Marco, Heidi y el chalet

La compra de una residencia campestre por parte de Pablo e Irene, líderes de Podemos, me ha traído a la mente las series deMarco y Heidi, obra del genial creador japonés Isao Takahata. Niños, campo, montaña, sierra, naturaleza, amigos, padres, abuelos…, no sé, todo recordaba el bagaje afectivo de esas historias que nos llegaron al corazón.

Apagado ese primer fogonazo emocional, la realidad se presenta más cruda. Un sujeto que ha masacrado a todo bicho viviente que osara evidenciar un mínimo gesto de poderío económico ha pasado a engrosarel selecto grupo del uno por ciento de la población que vive en un chalet, con las connotaciones clasistasque tal denominación entraña.Y lo hace sin recato alguno, justificando lo injustificable y pretendiendo blanquear su incongruente conducta a costa de los militantes, a quienes pretende conmover con una carta lacrimógena. Impresentable chantaje para legitimar su capricho.

Apelaa la intimidad quien en un programa de televisión mostró su piso de Vallecas situando en el centro de la política la localización y las condiciones de la vivienda como parámetro para medir el estilo de vida podemita.

En esta operación hay muchas cuestiones que requieren reflexión. ¿Cómo es posible que una cooperativa de crédito conceda una hipoteca de 540.000 euros, es decir, de una cuantía elevadísima, a dos interinos? No olvidemos que tanto Pablo como Irene son interinos de la política y, según sus fichas personales, carecen de empleo fijo. Pablo es profesor titular interino e Irene es «aprendiz de la lucha por el derecho a la vivienda», actividad en la que parece haber obtenido un máster, a tenor de lo bien que «aprendió» el oficio.

La operación evidencia la intención de los protagonistas de convertir la política en su medio de vida, a pesar de que en el partido rige la limitación de mandatos, porque ¿cómo de otro modo podrían hacer frente a la hipoteca, teniendo en cuenta la dificultad de encontrar trabajo y su precariedad?

Las cifras que se barajan, que hacen inalcanzable la compra para la mayor parte de los trabajadores, también ilustran sobre los elevados salarios que perciben los diputados. 

¿Es moralmente lícito que los máximos dirigentes del partido soliciten una hipoteca en el mismo banco en el que Podemos ingresó las subvenciones electorales? ¿Hubo trato de favor en beneficio particular?

¿Cómo podrán hacer frente a los cuantiosos gastos de mantenimiento, incluida la piscina? Es cosa privada, pero añade más oscurantismo e incertidumbre a la operación.

¿Puede un partido cuyo discurso está edificado sobre la ejemplaridad de la vida sencilla, popular, sin lujos, mantener su ideología cuandosus líderes se han pasado a la casta que tanto denostaron?

He pasado toda mi vida profesional rodeado de políticos y he asistido a episodios vergonzosos, vergonzantes, inexplicables, incomprensibles, pero ninguno alcanza el nivel de desfachatez, de insulto al sentido común y a la inteligencia como el protagonizado por Pablo e Irene. Es un episodio heteróclito, extravagante, inusual, desequilibrante, insultante, ofensivo. Perdida la coherencia, se pierden el discurso, la moral, la ética, signos distintivos de Podemos. La demagogia se paga y el precio será muy alto.

Dice Errejón que en política lo importante es qué se hace con el dinero de todos, no lo que se hace con el dinero de cada uno, pero se olvida deque el dinero que perciben Pablo e Irene en el Congreso de los Diputados lo han conseguido a costa del voto de mucha gente sin recursos, y a estas personas no se les puede compensar la confianza depositada con un comportamiento tan execrable.

Si Pablo e Irene continúan, Podemos se convierte en un estercolero de hipócritas.

«Si quieres miel, no le des puntapiés a la colmena».    



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