Canción triste de Vetusta

La heroica ciudad dormía la siesta. El viento sur, caliente y perezoso, empujaba las nubes blanquecinas que se rasgaban al correr hacia el norte. En las calles no había más ruido que el rumor estridente de los remolinos de polvo, trapos, pajas y papeles, que iban de arroyo en arroyo, de acera en acera, de esquina en esquina, revolando y persiguiéndose, como mariposas que se buscan y huyen y que el aire envuelve en sus pliegues invisibles. Cual turba de pilluelos…”

Este fin de semana en Oviedo, que aún me recuerda a la Vetusta que magistralmente retrató Leopoldo Alas “Clarín” en su novela “la Regenta”, me ha entrado la melancolía paseando por sus calles bastante vacías, ávidas del turista que no acaba de llegar en la cantidad deseada y con mucho vecino perdido por la montaña o la playa.  Veo en la tele de “El Tizón” que Rafa Nadal pierde en Wimbledon contra el que mañana, lunes, será nuevo número 1 del tenis mundial, Djokovic. Fuera de la cafetería, en la calle Caveda, Nadal anuncia el licor Bacardí. Por mucha moderación y responsabilidad en el consumo que recomiende no me parece propio -ademas no lo necesita- que un deportista de su categoría ayude a vender ron o ginebra. Seguro que tampoco le parece bien a Manolo Galé, el incombustible presidente de la Federación Asturiana de Tenis. La calle Caveda, peatonal de mentirijillas, tiene el suelo destrozado, y eso que lo colocaron no hace mucho, por lo que el ayuntamiento la ha incluido en su plan de choque. Este fin de semana han comenzado las rebajas y  Severino Alvarez Zaragoza, presidente de los comerciantes, sin decir esta boca es mía. Hoy, domingo, a las 5 de la tarde, todo lo contrario que en la Monumental taurina, me he encontrado por vez primera en la historia con la cafetería de El Corte Inglés en las Salesas absolutamente vacía. Interrogo al personal y lo que me temía, sábado y domingo, escasa asistencia de público en las rebajas. Lógico, como me dice siempre una vecina, “No hay trabajo por lo que no se cobra, o menos, y por tanto no hay consumo”. ¿Habrá caído en ello el ovetense José Manuel Campa, secretario de Estado de Economía?.

Uff, menos mal, tras una seria conversación en torno a una menestra con mi buen amigo y antiguo compañero de trabajo en HUNOSA, el concejal Benjamín Rodríguez Cabañas, llegan prestos unos operarios a la calle Félix Aramburu y cambian los deteriorados cierres protectores de los cuatro arbolitos que disfrutamos el vecindario. En agradecimiento le comunico que en la calle del Real Oviedo, en una de las paradas de autobuses, el bordillo también está levantado con el consiguiente peligro. El concejal de Olloniego no falla y en un pis pas los diligentes operarios, de una empresa madrileña, por cierto, lo arreglan. Supongo que deberá tomar nota de ello -aquí no es cuestión de protocolo sino de dar el callo- Arturo González González de Mesa. Como hizo él, también Alfredo Pérez Rubalcaba elimina su primer apellido para la campaña electoral que se avecina.

No veo con reflejos al alcalde Gabino de Lorenzo. Han tenido que ser los partidos de la oposición los que salieran ante la opinión pública protestando por el desmesurado aumento del precio de los abonos del Real Oviedo. Unos días después lo hace, por fin, el alcalde en su medio de comunicación preferido. Dejémonos de lucir el palmito ante la opinión pública y llame a Alberto González a capítulo en la casa consistorial. ¿O no es el ayuntamiento el segundo accionista del club con los euros de los contribuyentes?.

No puedo por menos de sorprenderme de la que será la última decisión del gobierno autonómico que preside Vicente Alvarez Areces. Va a donar las instalaciones del centro cultural del Niemeyer en Avilés, que han costado a las arcas asturianas más de 40 millones de euros, por 50 años a la Fundación que lo dirige, él que ha sido nombrado por la misma presidente de honor. La  diferencia del Calatrava de Oviedo con el Niemeyer de Avilés es que aquel fue construido por la iniciativa privada que lo entregó al ayuntamiento al día siguiente de su apertura, cediendo éste su explotación a los constructores por 50 años, mientras que éste se financió de las arcas públicas y ahora lo va a explotar durante 50 años una fundación de la que prácticamente han desaparecido los organismos públicos.

La heroica ciudad dormía la siesta…”



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