Quiero cagar en mi casa

 Quiero cagar en mi casa

Comemos varias veces al día, y es asunto obligado “descomer” regularmente… y no pasa un día sin que lo intentemos.

Esto no era mayor problema cuando éramos cuatro e íbamos dejando “regalitos” repartidos por el campo, aquí y allá. Por otra parte la Naturaleza se encargaba de dar buena cuenta de aquello al grito de “si te has dejado lo mejor”. De esa forma, “gente” más o menos microscópica sacaba provecho de la materia y la energía que aún andaba “disponible” en nuestros mojoncetes.
Cuando empezamos a ser más, ya los ciclos naturales no funcionan tan rápido como para que no nos lleguen los “problemas” a las rodillas. A veces la gente opta por enterrar sus “obras”, pero no es una solución escalable. Pon a siete mil millones a cagar a diario y a guardar sus tesoros… a ver quién es el guapo que se atreve mañana a abrir un hoyo para sus cositas, lo más seguro es que esté ocupado.
 
En fin, que empezamos a canalizar y a reconducir los frutos de nuestros desvelos al mar primero, a depuradoras después… pero seguía habiendo un problema: Yo quiero cagar en mi casa.Acabe donde acabe la conducción, yo necesito que empiece en un cuartito de mi casa, donde se esté calentito, haya prensa del día… bueno, ya sabéis.
El olor que suba del tubito aquel os lo podéis imaginar, y no arreglamos nada poniendo una tapa por buena que sea, para hacer una nueva “aportación” tenemos que destapar… y ahí tienes de nuevo el delicioso aroma.
Bien, ¿qué necesitamos para cagar a gusto?
Un tapón con las siguientes características: hermético, que esté limpio y que nunca se destape.
La curiosa y sencilla solución es el sifón, un simple tubo con una curva.
Veámoslo.
Debido a la gravedad la curva del tubo queda llena de agua, y la gravedad está ya pagada, y no dejará de funcionar por problemas de suministros o similar…
El tapón de agua ni tiene “agujeros” o poros, ni deja huecos al pegarse a la pared del tubo, de forma que el olor no puede subir por ahí.
Cada vez que descargamos la cisterna el tapón de agua, ahora sucio, se renueva por otro limpio sin que en ese proceso se destape el tubo, el olor sigue sin poder pasar.
Si miras bajo tu fregadero o el lavabo encontrarás sifones, de distintos modelos probablemente, que también te mantienen apartado de los olores que producen la descomposición de la materia orgánica que por allí dejamos ir.
Finalmente en el suelo de tu baño probablemente haya una tapa metálica que esconde otro sifón en el que desembocan los desagües de tu lavabo, bidet, bañera, ducha… todos, menos el váter que ya tiene lo suyo…
Resulta curioso cómo una solución tan sencilla, que no consume energía, que no necesita procedimientos de operación o mantenimiento complejas, sea en realidad una solución muy robusta y que resuelve perfectamente el problema que teníamos.
Enseñamos a nuestros chavales que el objetivo de la Tecnología es “resolver problemas”, por lo tanto la mejor solución será aquella que resuelva el problema de forma más eficiente, barata y sencilla.
Si estáis interesados en la historia del inodoro, aquí encontraréis un detallado artículo
FOTO: Wikipedia.

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