¡Así comimos el Campanu de la discordia!

¡Así comimos el Campanu de la discordia!

Por Miguel Piñeiro

 

El Grupo ODL invitó a un selecto y reducido grupo de amigos a una comida en la que se dio cuenta del Campanu de este año.
Y fue curioso como el polémico ejemplar cautivó a todos por su sabor y en especial a Antonio Hernández pues “no se movió en ninguna foto”.
El Mesón-Asador Casa Abelleira en Brión fue el lugar elegido por ODL para preparar y dar honores a este singular pez que, del Esva o del Narcea, no dejó indiferentes en las diversas preparaciones de Marcial Duarte, Jefe de Cocina del restaurante.

 

ODL sentó a la mesa a varios ex-ciclistas profesionales (Vidal y Oliveira), al ex-parlamentario Juan Casares, a Seijas (el “palquero” de Radio Valga), al reportero gráfico Antonio Hernández, al fotógrafo Anxo Abalo y a los Doctores Fernando Cobo y Juan José Moralejo, entre otros invitados. Hubo ausencias notables, Alberto Torres, Pepe Casal y la organización de la Feria del Salmón de Cornellana que no pudieron sumarse a la fiesta gastronómica. Mención especial para Pepe Abelleira que dio un hermoso ejemplo de cómo debe ser un hostelero, tanto a nivel de imagen, como de cordialidad, como de profesionalidad.

 

Por la mesa fue pasando: Jamón ibérico, Ensalada de atún, Tostas de salmón con queso del país, Tostas de revuelto de salmón con anchoas y pasas de Corinto, Salmón a la plancha con tres salsas y guarnición de verduras, Salmón en salsa de caviar de erizo de mar con algas y almejas y, por último, Tarta de crema y hojaldre.
El interés de todos los invitados por el ciclo vital del salmón provocó que Cobo impartiese una conferencia magistral improvisada sobre el particular, contando en todo momento con un secundario de lujo, las ocurrencias del siempre genial Moralejo.

 

Fue una de esas veladas, a decir de todos los presentes, que va a ser imposible olvidar –yo creo que nunca- porque si el ambiente de la comida fue sensacional, la sobremesa fue extraordinaria. Acabamos de comer a las cinco de la tarde, pero nos levantamos de la mesa poco antes de las diez de la noche. Cinco horas en las que la conversación alcanzó techos francamente elevados y donde la cultura salmonera fue uno de los referentes constantes.

 

Palabras maestras:

 

Queridos amigos del Grupo ODL:
Dijo bien el profeta: para vivir así, no vale la pena morir.
Es para mí una satisfacción de las buenas de verdad hacer amistad con todos vosotros, conocer vuestra pujanza industrial y comercial y celebrar todo ello con un acto verdaderamente sacramental, solemne hasta el punto de que deberíamos comer arrodillados y cantando himnos de acción de gracias y de alabanza a la Madre Naturaleza que ha dispuesto que, pese a tanto cabrón, aún siga habiendo salmón -¡sin haberlo preparado me ha salido un pareado!- y que un salmón de primerísima en el escalafón de ríos y de salmones nos procure esta fiesta que, desde luego, quedará muy arriba en la lista de mis ya largas experiencias de lo que los ríos son en afición y disfrute, naturaleza y cultura, amistad y humanidad, etc. Los ríos están para hacer amigos y, si además se pesca algo, la cosa ya se pone de vicio y lujuria.
Tenía yo todo muy programado, todo atado y bien atado diría Franco, para que este año fuese el de mi campanu, pues habíamos tenido la buena chiripa de contar con un buen coto para el 1 de mayo en el Narcea, los compañeros eran de lujo –Miguel y Juan-, el ganchero era el novamás de la ganchería y contábamos con buenos informes de que la tropa salmonera tenía noticia de mi visita y estaba dispuesta a poner lo mejor de su parte para una jornada memorable... ¡En una palabra, lo mejor de su parte para tocarme las mías, ya sobradamente curtidas en rañarla, que es uno de los sucedáneos más acreditados de la pesca en que la sacadera debería estar presente y pintar algo!
A decir verdad, mi convicción de pescar el campanu de 2011 se combinaba y templaba con otras dos mil once convicciones de que no iba a pescarlo. Dos mil once y muchas más convicciones y evidencias veteranísimas de que no se debe decir voy a pescar y es más sensato limitarse a decir voy al río para que sea luego mayor el disfrute cuando se diga vengo de pescar... Hablábamos antes de la sacadera, un artilugio que la experiencia define como una fantasmada llevarla, pero con la seguridad de que el día en que no la llevaste era el día en que te hacía falta...
En fin, que iba yo a pescar el campanu, pero no pesqué el campanu: tomad nota de que estoy en el libro Guinness de los récords porque soy sin duda ni discusión el pescador que menos ha pescado en el mayor número de ríos, a saber, Eume, Mandeo, Xuvia, Grande de Baio, Xallas con Abuín y Beba, Tambre con Samo, Chonia, Maruzo, Barcala, Lengüelle y Cabrón, Sóñora o Traba, Ulla con Valga, Vea, Deza, Arnego, Liñares, Sar, Rois, Iso, Furelos y Pambre, Lérez con Almofrei, Verdugo, Miño con sus dos Deva, Troncoso, Górgoa, Arnoia, Tuño, Avia, Cierves, Arenteiro, Lóuzara, Lor y Cabe, Limia y Várzea, Eo, Narcea, Esla con Porma.
No pescar nada en tres o cuatro ríos está al alcance de cualquier chaíñas, pero no rascarla o apenas rascarla en cuarenta y ocho ríos tiene su chiste y su mérito.
Pero la pesca hace y da amigos, y los de hoy son un ejemplo cabal de lo que digo. Gracias, pues, una vez más y de todo corazón, queridos amigos de ODL. Cualquier día de estos os encargo una plataforma móvil para recorrerme cómodo y a gusto el coto del Tambre y al final del coto me montáis un escenario con luces y sonido para ascender yo a los cielos rodeado de amigos y de salmones.


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