Costaleros

En la pasada semana de Pasión me trasladé a Cataluña para ver como sigue el ambiente y para entrevistarme con unos familiares claramente independentistas que viven en Granollers, ciudad de Barcelona de la que es oriundo el líder de Ciudadanos, Albert Rivera. Ellos me comentan que el tema catalán tiene difícil solución si el diálogo entre los bandos en liza no continúa. Me ponen sobre la mesa las estadísticas sobre el número de catalanes pro independentistas diez años atrás y la cifra de los que hoy apoyan sin fisuras la independencia. En relación al fugado Puigdemont aseguran que al día de hoy es un problema para Cataluña, lo consideran como un jarrón chino que sobra y no saben en dónde colocarlo.
El sábado de Gloria me acerqué hasta Tarragona para ver el partido de fútbol que disputaba el Sporting contra el Nastic. Decepción absoluta. Los de Gijón, por el trabajo que desarrollaron en el campo, parecía que hubiesen estado dos días de costaleros en algunas de los muchas procesiones de jueves o viernes santos. Poca intensidad y poca profesionalidad para afrontar un partido importante en la recta final del campeonato.
Vuelvo a Asturias para ver por televisión -junto a mis asesores politólogos- los dos debates protagonizados por los cuatro candidatos de las principales formaciones que concurren a las elecciones generales del próximo domingo.
Aunque tengo el voto decidido -el mismo de siempre, por cierto- sigo pensando que, desde el inicio de nuestra última etapa democrática, no he conocido una terna de candidatos, con sus respectivos equipos, tan mediocre como en esta ocasión. Considerando que, de los cuatro presentes en los debates televisados, solo los dos de la considerada izquierda ideológica aportaron algo positivo, mientras que los dos de la derecha se dedicaron a la confrontación y a la descalificación tanto con sus opositores como entre ellos mismos; los debates, como se suponía, no aportaron nada nuevo.
Nada está decidido, tal es así que el mercado primaveral de fichajes de políticos sigue abierto. El último Ángel Garrido, ex presidente de la Comunidad de Madrid, que abandona a quien lo abandonó, Pablo Casado, para unirse a las filas ya policromas de Albert Rivera



Dejar un comentario

captcha