Un gran acto

Acabo de visionar a través de la televisión autonómica, que ha realizado una muy correcta retransmisión, una nueva edición, creo que es la 36, de los premios Princesa de Asturias en un Teatro Campoamor que mostró sus mejores galas en éste su 125 aniversario.

Veo llegar al teatro a Les Luthiers mientras junto a ellos pasa el ex diputado y hoy consejero de Asturias Laminados Antonio Trevín abriendo paso a su nuevo patrón, el empresario Marcario Fernández. La plaza de La Escandalera llena, con los constitucionalistas en primera fila y los que protestan detrás, con banderas de la república, principalmente, si bien no observé ninguna catalana. El todo Asturias asistió al evento con la Reina emérita y Mariano Rajoy a la cabeza.

El presidente de la Fundación, el bancario Matías Rodríguez Inciarte se despide del cargo porque su mandato toca a su fin. A pie de entrada recibió a los premiados junto a la directora Teresa Sanjurjo que viene conduciendo los destinos de la fundación con acierto, aplicando la justa renovación a sus órganos, y que recibe dos besos de la Reina Letizia en el hall. Tanto Felipe VI como Mariano Rajoy llevan corbata verde, clara el primero, obscura el segundo. El catalán Jorge Moragás, vaya melena la que luce, como director que es del gabinete del presidente Rajoy no se separa un momento de él, parándose, eso sí, para dar la mano al alcalde de Oviedo Wenceslao López a quien los públicos elogios a la ciudad le habrán hecho sentirse más importante aún de lo que es. Durante el acto no perdió detalle y aplaudió lo suyo el líder de Ciudadanos Albert Rivera acompañado de su pareja. También vi a la presidenta regional del Partido Popular Mercedes Fernández que a buen seguro, por culpa del acto del Pueblo ejemplar, no podrá acompañar a los suyos, más de cien, que comerán "el desarme" en el restaurante "Lo Nuestro" de Pepe Gómez, frente a La Jirafa. Lo mismo le pasa a Isidro Fernández Rozada que aunque jubilado quiere seguir en la pomada.

La proliferación de banderas españolas también suscitó el elogio de los mandatarios comunitarios. Bastante público en las aceras, aprovechando el buen tiempo, y aplausos para Mariano Rajoy a su salida del hotel de La Reconquista. En esta ocasión en que se cumplía el 60 aniversario de la firma del Tratado de Roma la Unión Europea ha sido galardonada con el premio Princesa de Asturias a la concordia representada por sus dirigentes Jancker, Tusk y Tajani. El discurso de este último, en español además, fue el más directo y comprometido con el difícil momento por el que atraviesa nuestro país por los intentos de secesión de las instituciones catalanas. Reafirmó su fe en España, en el Estado de Derecho, en la democracia y en la unión de los pueblos europeos. Confesó sin embages su amor y admiración por España y también por Asturias. Tiene en su despacho de Bruselas una bandera de España que le regalaron en la Academia Militar y una de Asturias que le dieron en Gijón, donde también tiene una calle con su nombre tras intermediar en el conflicto de Teneco logrando que la multinacional norteamericana no cerrase la factoría, convencido como estuvo el dirigente europeo por el entonces eurodiputado asturiano Antonio Masip.

Lo más esperado, sin duda, era el discurso de Felipe VI. Y no defraudó. Con elegancia y rostro sereno defendió la unidad de la patria, condenó los nacionalismos y expresó ante un público entregado con continuos aplausos su vocación, y la de nuestro país, europeísta. No se olvidó de referirse a Asturias, tierra en la que se le quiere y no solo porque su esposa sea de Oviedo. A la Reina Letizia la encontré más elegante que en ocasiones anteriores mientras en el rostro de la Reina emérita Sofía observé ciertos síntomas de preocupación. Al acto asistió también el presidente del Tribunal Supremo de la Unión Europea, la presidenta del Congreso español y varios ministros como los de Educación, Exteriores y Agricultura.

Oviedo ha sido hoy actualidad mundial y como bien dijo el Rey debemos de estar juntos ante los nuevos desafíos que tendremos que afrontar. Responsabilidad y convivencia en el progreso debe de guiarnos. Asturias y España se lo merecen.



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