Un pisco por Perú

Este fin de semana se encuentra en Asturias Oscar Valdés, hasta hace un mes primer ministro de Perú, militar y destacado empresario de aquel país y, lo que es más importante, vinculado a Asturias donde nació su bisabuelo y con familia aquí con la que mantiene muy buenas relaciones. Oscar Valdés cenó ayer un buen cochinillo asado en el restaurante Tupa´s en la plaza de Europa, tras el centro comercial de Los Prados y frente a lo que será entrada del nuevo hospital general en el que, por cierto, vengo observando de unos días para acá cierta actividad por parte de una cuadrilla de obreros, que desde hace meses solo se veía pasar a los de seguridad pero con el magnífico edificio totalmente cerrado.

El restaurante donde ayer cenó Oscar Valdés es de José Francisco González, familia suya y un animoso restaurador local. El ex primer ministro, que posiblemente vuelva a ser requerido para el cargo dentro de un año por el presidente Humala, pasa la jornada de hoy n Gijón con otra rama de su familia asturiana, la de Gonzalo Arrojo, el destacado empresario langreano y máximo accionista de Duro Felguera. Valdés emprenderá mañana viaje hacia Italia tras haber departido con los suyos unas jornadas en el Principado. Me consta que en este intermedio político que se ha tomado el presidente del Perú le acaba de ofrecer ser embajador en Madrid, oferta sobre la que aún no se ha pronunciado. Perú cuenta en nuestra autonomía con una colonia del orden de los 700 ciudadanos y con una Asociación de emigrantes peruanos que preside José Luis García, recientemente jubilado como jefe de documentación de la Fundación Príncipe de Asturias. Pienso que el gobierno de Perú debería nombrar un cónsul en nuestra comunidad autónoma y quien mejor que el citado José Luis García. Tiempo atrás, durante unos meses, desempeñó ese cargo el catedrático ovetense Javier Junceda pero al tener su actividad docente en Barcelona acabó dimitiendo; sin embargo, tan destacado profesor tiene unas excelentes relaciones en aquel país en el que, por cierto, están desembarcando en estos momentos importantes grupos empresariales asturianos del sector de la construcción y de la ingeniería industrial. Por tanto, nada mejor que echarme al gañote, a la salud de este hermano país, un trago de pisco, la bebida nacional peruana, que me suele traer de vez en vez el presidente de la Asociación de Amigos del Perú y que no tiene nada que envidiar con el mejor cóctel que pudiera preparar el maestro de Las Muelas.

La pérdida de pulso de Asturias -¡Que falta nos hace un auténtico liderazgo en estos momentos de crisis y zozobra!- hace que muchos emprendedores, iniciando su carrera o ya asentados, busquen oportunidades de negocio allende Pajares. Uno de los hosteleros ovetenses más populares, Miguelo, propietario entre otros negocios del restaurante Tras la Burra en Trascorrales, acaba de abrir negocio en Ibiza a donde la crisis aún no ha llegado ni llegará. Ha montado en plena playa de Talamanca el restaurante La Barraca cuyos arroces son esta temporada de lo más in de la multicultural isla. Miguelo, como tantos otros, es pesimista sobre el porvenir de Asturias -pobres de nosotros, a los que nos coge ya mayores- vaticinándome que la hostelería local tiene un futuro tan negro como el carbón que se esfuma por muchos esfuerzos que José Luis Almeida y la Asociación de Hostelería del Principado hagan para promocionarla. Eso sí, siempre nos quedarán los arroces de José Santamaría.



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