"Busco de un empleo"

Como el verano es tan agobiante, caminé por el Paseo del Prado con la corbata colgando de una mano, arremangada la camisa hasta los codos, mientras buscaba fresco en la sombra que proyectaba hasta el cemento aquel follaje de árboles altos, justo en el parque del Monumento a los Caídos por España.

Ese lugar guarda la historia aciaga por los fusilamientos del mariscal Joaquín Murat, general representante de Napoleón en España, quien ordenó la muerte de un puñado de madrileños que se había alzado el 2 de mayo de 1808 contra la ocupación francesa. Andando por este lugar donde el ambicioso Murat ordenó disparar los cañones contra la población civil española, se yerguen, a propósito, el obelisco y las esculturas en honor a las víctimas de aquel episodio.

Mis pasos presurosos por llegar al hotel para evadir aquel calor seco madrileño, no retrajeron, sin embargo, mi curiosidad por el monumento y sus esculturas. Para estos tiempos, el entorno de la Plaza de la Lealtad, está concurrido, especialmente en horas de la noche, que todavía a las nueve Pasado Meridiano el sol, con su majestad, reina en el Firmamento.

Las huellas de la lucha por la libertad de España frente a las tropas napoleónicas reposan en el sarcófago en las cenizas de los españoles muertos acribillados en el levantamiento. Unos pasos más adelante, hombres y mujeres sostienen conversaciones de temas actuales, que van desde lo intrascendente hasta la complejidad de la crisis de España.

A unos 200 metros de allí, observo una maleta negra, diseñada de un material resistente; justo al lado de aquel equipaje, estaba sentado en un banco un hombre desgarbado, de viejas barbas cubiertas de canas, y su mirada perdida entre las páginas de un libro abierto.

Disminuí el paso para tratar de descubrir el rostro del enigmático hombre, pero su cara se perdía en las cubiertas de aquel libro que leía con avidez. Intenté buscar sus ojos para tener aunque sea una vaga y fugaz comunicación visual. Mi curiosidad se exacerbó cuando descubrí, colgando de la maleta, un letrero que decía: "Busco de un empleo".

Seguí caminando por el Paseo del Prado. De vez en cuando echaba una ojeada hacia atrás, sobre mi hombro izquierdo, tratando de descubrir el rostro de aquel hombre enigmático. Su lectura lo hundió en una soledad pasmosa, más profunda que la del propio cuadro que él representaba con su maleta. Un letrero de desempleado, una maleta negra... ah, y una sombrilla para capear las lluvias repentinas veraniegas.

Mi intuición me había llevado a definiciones y conclusiones de aquella escena a pesar de que no pude acercarme demasiado. Todo el resto de la noche la pasé cavilando. Al día siguiente, compraba libros y revistas en la Plaza Callao donde me encontré con un hombre que sostiene otro letrero: "Coopere conmigo, no tengo empleo".

La situación económica en España es extremadamente engorrosa para 4 millones 615 mil desempleados (parados), especialmente jóvenes, aunque en el mes de junio que acaba de pasar, el desempleo disminuyó en 98 mil 853 personas respecto del mes de mayo. De acuerdo con las estadísticas oficiales, el paro afecta a los hombres en España casi en la misma proporción que a las mujeres. De acuerdo con los registros, la crisis económica global mantiene desempleados a 2 millones 284 mil 271 hombres, mientras las mujeres le superan un poco, pues las desempleadas representan 2 millones 330 mil 998, el 50.5 por ciento.

Aunque el mes de junio marcó cifras optimistas para las autoridades españolas en relación a la disminución del desempleo, la turbulencia en los mercados es una constante, pues para estos días la prima de riesgo superó los 560 puntos, para solo citar ese factor. La desconfianza, la incertidumbre y la ausencia de alternativas inmediatas son signos distintivos en España, a pesar de los esfuerzos que emprende el jefe del Ejecutivo, Mariano Rajoy, por salir de la crisis.

Constancia, Valor y Virtud son tres palabras que aparecen alegóricamente representadas en dos estatuas al Monumento de los Caídos de España, inaugurado por el Rey Juan Carlos l el 22 de noviembre de 1985. Con esos tres valores, los constructores de la obra trataron de resumir el tipo de actuación de los sublevados contra los franceses en el año 1808.

Las dos primeras cualidades, Constancia y Valor, las descubrí en aquel hombre solitario de la Plaza de la Lealtad, del Paseo del Prado. La Constancia estaba más que presente en su actitud firme para seguir nutriendo sus conocimientos mediante la lectura, mientras espera ser llamado para trabajar. La segunda, el valor, lo demuestra en el hecho de salir a una plaza pública a ofrecer, con dignidad, su fuerza de trabajo, antes que colocarse en una esquina a pedir. Y la virtud le es intrínseca a una cualidad moral de gran reciedumbre que poseía mi desconocido.

 

*Director OIP Presidencia RD



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