A sus 80 años, Florentino Sorela continúa bailando la Danza de los Tecuanes

A sus 80 años, Florentino Sorela continúa bailando la Danza de los Tecuanes

Considerado Tesoro Humano Vivo, comenzó a preservar la tradición en 1946; su abuelo lo hizo desde 1894.
El programa impulsado por la UNESCO cumple 20 años y busca reconocer a individuos que resguarden los conocimientos y las técnicas para la representación, ejecución o recreación de elementos del patrimonio cultural inmaterial

México.DF.-“Las tradiciones son como un familiar al que hay que atender para que no se muera de tristeza”, afirma Florentino Sorela Severiano, quien a sus 80 años continúa bailando con la misma energía en su natal Tetelpa, la emblemática Danza de los Tecuanes, una de las pocas sobrevivientes del municipio de Zacatepec, en Morelos.

Por su incansable labor de más de 66 años en la enseñanza de este baile a las nuevas generaciones, don Florentino Sorela es hoy considerado Tesoro Humano Vivo por la UNESCO, de acuerdo al programa iniciado en 1993 y en el que han sido inscritas numerosas personas alrededor del mundo quienes con sus actividades enriquecen el patrimonio cultural inmaterial.

“Fíjese hasta donde ha llegado aquella danza que comenzó a bailar mi abuelo Ramón Sorela en 1894”, exclama con emoción don Florentino, quien asegura que gracias al nombramiento por parte de la UNESCO, se le ha facilitado el difundir en diversos foros la Danza de los Tecuanes entre las nuevas generaciones.

“A veces los jóvenes cómo que se avergüenzan de sus raíces y eso hace mucho daño a la tradición. Hay danzas que también se bailaban mucho en Zacatepec como la de Los vaqueros, Los moros y las pastorcitas, pero que desgraciadamente han ido desapareciendo por la falta de interés. A mí me da mucho gusto que gracias a ese título de la UNESCO, nos presten de repente una plaza o nos inviten a algún festival para seguir mostrando la tradición”.

Después de que su abuelo mantuviera la tradición de la danza por muchos años, el padre de don Florentino, Lidio Sorela, tomó la estafeta de la tradición en 1927, tratando de conservar todos los elementos tanto coreográficos como de ornamentación de los disfraces.
Años después, exactamente en 1946, con tan sólo 14 años, Florentino Severiano realizó su primera Danza de los Tecuanes, para evitar que la tradición se perdiera, además de que ya eran otros tiempos, con “mucha esperanza”, pues hasta la Segunda Guerra Mundial se había terminado.

“Yo no quería que todo el esfuerzo que realizaron mi abuelo y mi padre despareciera en la nada. Una danza es algo vivo que necesita de gente, no se conserva como una estatua o un monumento, sino que su materia prima es el entusiasmo de quienes la bailan, por eso desde el primer momento supe que además de bailarla debía de enseñar a otros a hacerlo”.

Desde entonces don Florentino ha mantenido a lo largo de los años tres grupos, uno de niños, otro de mujeres y otro de hombres, mismos que se van integrando a los diversos pasajes de los Tecuanes.

“Es una danza muy rica, con muchos significados, hay quienes dicen que no la entienden, pero en realidad cuenta una historia muy vieja que se remonta a un antiguo hacendado que vivía por estos lugares y que todos los días veía cómo su ganado iba desapareciendo. Un buen día le encarga a su caporal que investigue, y éste a su vez llega con un hombre misterioso que habita en el bosque, un hombre muy oscuro, que le comunica que es el jaguar el que está matando a los animales”.

Explicó, que en la danza los participantes se disfracen emulando a los tecuanes que van en busca del felino sagrado, al que finalmente apresan y encierran en una jaula.

“Antes nos enfrentábamos a muchas dificultades para poder sostener la tradición, porque no contábamos con ningún medio económico, afortunadamente alguien nos aconsejó postular al Programa de Apoyo a las Culturas Municipales y Comunitarias (PACMyC), que se entrega a través del Conaculta y el gobierno estatal y pudimos costear los disfraces, las escenografías, la pintura y otros elementos”.

Sobre el título de Tesoro Humano Vivo, don Florentino confiesa que aún se sonroja cuando alguien se lo comenta.

“Es algo muy bonito, pero yo no me lo tomo como que se me  reconoce sólo a mí, es también a mi cultura, a mi comunidad más que a una sola persona, pues el esfuerzo se hace, pero si no hubiera respuesta de la gente, no habría cómo seguir la tradición”.

El Programa Tesoros Humanos Vivos cumple 20 años de haber sido adoptado por el consejo de la UNESCO, que difunde periódicamente en talleres y conferencias internacionales, el concepto para proponer  individuos que poseen los conocimientos y técnicas necesarias para interpretar o recrear determinados elementos del patrimonio cultural inmaterial.

Corresponde a cada Estado miembro de la ONU escoger un título adecuado para designar a los depositarios de conocimientos y técnicas, siendo indicativo el título de Tesoro Humano Vivo propuesto por la UNESCO, aunque en diversos países existen otros títulos como Maestro Artista (Francia), Depositario de la Tradición de Artes y Oficios Populares (República Checa), Tesoro Nacional Vivo (República de Corea), Depositario de un Bien Cultural Inmaterial Importante (Japón y República de Corea), entre otros.

El primer propósito del establecimiento de sistemas nacionales de Tesoros Humanos Vivos es preservar los conocimientos y las técnicas necesarios para la representación, ejecución o recreación de elementos del patrimonio cultural inmaterial de gran valor histórico, artístico o cultural.

En el caso de Florentino Sorela Severiano, su candidatura fue apoyada desde el gobierno del Estado de Morelos por considerar que su actividad como promotor de un bien cultural inmaterial había participado directamente en la preservación del mismo entre su comunidad.

“Yo quisiera que se siguiera apoyando este tipo de expresiones, que los jóvenes ya no escuchen tanta música en inglés y que mejor miren lo que tienen en su propio lugar, porque si se nos muere lo que tanto trabajo ha costado preservar. Es como si nos olvidáramos de nuestros ancestros, de sus voces, sus caras y todo lo que con tanto cariño nos enseñaron”.

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