Todo sigue igual

Ha amanecido el día frío, otoñal. Y parece que nos hemos adelantado una vez más a la hora de llegada del autobús. Aunque es aventurado acertar con la hora justa pues desde que no tiene el horario fijo… Llegaremos una vez más con retraso al trabajo y habrá que recuperarlo por la tarde. Estamos los mismos de todos los días. La señora rubia que habla, habla y habla. La inmigrante que se mesa los cabellos y en un murmullo dice que nuevamente habrá malas caras cuando se incorpore a su servicio, (urge atender a su patrona). Y los demás, la mayoría en un somnoliento silencio. Aunque la culpa del retraso haya que echarla al Ayuntamiento, a TUA, a no se sabe quien, las disculpas sirven cada vez menos. Y está en riesgo el trabajo en estos tiempos en los que el peligro de perderlo es alto por cualquier motivo. Por eso casi todas las conversaciones giran en torno al horario retrasado y al trabajo que habrá que suplir, mientras se pone un pie en el escaño.

El conductor tiene puesta la radio a un volumen audible a pesar del gentío que abarrota el vehículo. El parte matutino. Dependiendo del chofer se escucha distinta emisora, pero es relato común lo mal que se está poniendo el problema catalán. Asombroso. Ya se acabó la crisis; ya están todos los españoles trabajando y los servicios sociales han vuelto a la precaria realidad en la que estaban hace tres años; no hay corrupción y los infectos ladrones parecen tener mejor aspecto. Tal parece. Poco se habla de sus maldades en la radio. El problema catalán, como una cortina de humo, tapa las grietas de la sociedad. Una muy buena jugada, ahora que se avecinan las elecciones. Algo hay que aportar al traumático bagaje que portan los mandantes. ¡Que menos que combatir el independentismo catalán! Y, si no hubiera problema catalán, buscaríase uno en Galicia o Andalucía, que para eso son nacionalidades, histórica una, revoltosa la otra. La cuestión está en tener un enemigo con el que distraer a la parroquia para que no se preocupe de lo pringada que está; de lo inerme que está ante el rodillo de los recortes provocados y de lo indiferente que está ante su propia parálisis. Castigo divino por vivir por encima de sus posibilidades. ¡Como si esto fuera posible!

La emisora también, como no, habla de fútbol. El Madrid y el Atlético de Madrid se baten el cobre honrosamente en los campos de Europa. En cambio el Barsa está jugando regular, tirando a mal. ¿Tendrán algo que ver las tensiones independentistas? No se sabe. Parece difícil, pese a las declaraciones de algunos señalados futbolistas, porque el dinero no tiene patria y muchos de ellos tampoco tienen cabeza más que para rematar a gol.

Dos curiosas y profusas cortinas de humo para tapar la realidad. Es tan frustrante esta.



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