Un presidente a lazo

Hubo sorpresa doble; primero, el nombre del presidente in péctore del Real Oviedo, y luego, su renuncia al cargo sin haber sido ni siquiera nombrado. José Luis Díaz, de GESPASA, dio al final calabazas al alcalde, a la APARO y a quien quisiera escucharle por lo que esta mañana no se llegó a celebrar la asamblea de accionistas lo que tendrá que ocurrir obligatoriamente mañana, también a partir de las 10,00 horas en el Auditorio Príncipe Felipe, en donde se espera, por fin, que el ayuntamiento, segundo accionista del club, presente un nuevo nombre para la presidencia y que deberá acompañar a los otros tres miembros del consejo, el periodista Pedro Zuazua, forofo como el que más aunque residente en Madrid, Pedro  Cordero, nuevo en la plaza y traído de la mano de Enrique Pina que aspira a quedarse con el botín, y Pablo Linera, el economista que desde que dejó el despacho de Garrigues en Oviedo está metido en casi todas las fabadas que se cuecen en la capital.

Lo que me sorprende del ayuntamiento y de los dirigentes de APARO es haber esperado a última hora; esto es, no haber cazado antes el oso que ponerse a vender la piel. Lógicamente hoy todos son nervios y hasta se llamó esta mañana al ex concejal y ex directivo del club Ramiro Fernández, psicoesteta de la Federación Española de Fútbol, que se encontraba en León recibiendo un homenaje de los peluqueros de aquella ciudad, pero, claro, ¿A quien le gusta ser condimento para un segundo plato?. Además, como las propias fuentes municipales y la APARO coinciden, la situación del club es crítica por lo que ello frena posibles consejeros y presidentes de prestigio hasta tanto en cuanto no se lleve a cabo la ampliación de capital -¿Por qué se ha esperado tanto?- y la situación se clarifique si es que se consigue dinero contante y sonante para salvar al histórico club. Creo que Ramiro Fernández no está por la labor de meterse en esta aventura. Se que algunos se acuerdan de nuevo de Toni Fidalgo, pero está cómodo en sus cuarteles de Avilés y quedó muy quemado de su efímero paso por el club. Una solución de urgencia, hay que adoptarla hoy mismo, sería que el economista y abogado Pablo Linera se hiciera cargo de la presidencia. Sabe de números como pocos, tiene relaciones y me consta que está dispuesto a hacer cosas por su ciudad. Por lo visto para esta tarde estaba prevista una rueda de prensa del ayuntamiento y APARO pero me informan que no se llevará a efecto. Y es que las cosas que viene mal rodadas termina saliéndose de la calzada y cayendo por el precipicio. Con voluntarismo y forofada esto no se arregla aunque sigo confiando en la buena disposición del alcalde Agustín Iglesias Caunedo quien se está dejando las cejas en los últimos días por encontrar una solución de futuro para el club.

Entre tanto el jefe del Ejecutivo asturiano Javier Fernández perfila su equipo de colaboradores en la Presidencia bajo la coordinación de la jefa del gabinete técnico la ex edil mierense Diana González. Consciente como es Javier Fernández que su colega a nivel estatal Mariano Rajoy no comunica bien y cuando lo hace suele ser a destiempo el presidente del Principado está preparando un buen equipo de periodistas bajo la dirección del colega José Manuel Piñero, hasta ahora encargado de prensa en la Sindicatura, y que siempre ha sido un buen asesor además de amigo del ingeniero de minas que ahora rige, en parte, el destino de los asturianos. La mayoría de los fichajes proceden de la extinta Voz de Asturias como su subdirector Julio César Iglesias, José Manuel Huerga, Victoria Rodríguez, Javier de la Puente, Blanca Gutiérrez, encargada de comunicación en la Junta General del Principado cuando la hoy consejera de Agroganadería María Jesús Alvarez era presidenta del parlamento regional, Carlos Baumán, que estaba en la FSA, Marcelino Vázquez, María Díaz, María Antonia Mateo y alguno más que se me olvida. Falta le hará a Javier Fernández y a sus consejeros que la comunicación y la imagen funcione o la autonomía asturiana terminará devorada por la Administración central. O lo que es lo mismo, volver al pasado. Eso sí, con luz y taquígrafos.



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