Orgullosa de ser neandertal

La reciente datación de las pinturas rupestres del norte de España mediante la nueva técnica del uranio/torio, vuelve a traer a la palestra el eterno debate neandertales vs. sapiens que ya había sido abordado con anterioridad en este blog. Sobre todo por la contumacia con que los sapiens negamos su inteligencia, proclamamos su inferioridad y nos apropiamos de su producción material.

Para los no iniciados, decir que las dos especies convivimos en el tiempo y ocupamos los mismos espacios de habitación. Pongamos un ejemplo. Asturias hace 35.000 años. Una nadería en el calendario cósmico. Estos compañeros de fatigas tenían un cerebro más grande que el nuestro, compleja tecnología y, seguramente, capacidad de hablar y crear arte. Y sin embargo, se extinguieron. 


Nuestros doctos académicos, siguiendo algún mandato genético, han estado hasta la actualidad negando por activa y por pasiva poco menos que su existencia. Claro, sobre el papel. La realidad es obstinada, la ciencia avanza y todas estas teorías de legitimación del sapiens sapiens van siendo desmontadas.

En 1986, la Universidad de Oviedo negaba que en Asturias hubiera habido presencia neandertal. Veinte años más tarde, sus restos en la cueva del Sidrón permitían obtener el primer genoma neandertal completo del mundo. Se decía que no sabían fabricar instrumentos, aunque ahora se les asocia a la industria lítica del Auriñaciense, con grandes innovaciones técnicas en sílex y hueso. Negamos que se hubieran mezclado con nosotros, otra exhibición de racismo primigenio que la genética vuelve a desmontar. Y la lógica, piense en el Nuevo Mundo, a buena parte. Quedaba el Arte Paleolítico. Y en vez de aceptar que, una vez más, la soberbia nos puede estar cegando, la misma Universidad -no sola, muchas otras-, niega que las pinturas de las cuevas puedan haber sido suyas en parte, pese a haber sido coetáneos en el tiempo.

¿Necesitamos negar la evidencia para sentirnos superiores individual y colectivamente? Disiento. A mí me enorgullecería ser una especie enriquecida, no una especie exterminadora.  Me da vergüenza pensar que se extinguieron porque acabamos con ellos -es una de las versiones más extendidas-, porque eramos más fuertes, más astutos, más violentos. Me duele pensar que convivimos con ellos y no aprendimos nada, o peor, somos lo que somos por habernos encaramado sobre sus hombros e incapaces de reconocerlo los negamos tres veces. Y todo esto es una discusión moderna, apenas tiene cien años. No perdonamos. Y mentimos, nos engañamos. Luego piensas en Hitler y su "raza aria" y te lo explicas. O en Franco y los miles de "rojos" en fosas comunes. O cualquier otro dictador del país y la época que más rabia le de. Enanos miserables, lleno de tics y complejos, enfermos de poder que subyugan a la población y  eliminan parte de ella en aras de una supuesta preponderancia política, religiosa o racial.  


Así somos los sapiens. Mire a su alrededor, está lleno de ellos. Está claro que el nombre nos lo pusimos nosotros mismos. Faltaría más. Chulería es lo que nos sobra.



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