Educación para la ciudadanía

Hablando con una amiga que trabaja en la cárcel de Villabona, le pregunté qué tenían en común los reclusos, si es que algo había. Unos están por tráfico de drogas, otros por uso de la violencia, robo, estafa… Su respuesta fue clara y contundente: todos tienen un denominador común, se torcieron hacia los doce años. A esa edad, el que no piraba había sisado los primeros euros, robado una mochila, fumado los primeros porros, tenido la primera pelea… e iniciado la carrera hacia el abandono escolar.  
Continuando con el deterioro del sistema educativo y el fracaso social de la educación en España, esbozados en el artículo anterior, abordo ahora la vilipendiada Educación para la Ciudadanía. Tengo en las manos los ejemplares de tres editoriales, que serán tamizados por los profesores, pero que inciden, básicamente en tres pilares: la búsqueda de la  felicidad individual, el buen rollito entre pares y la aceptación de la diferencia, como base de una sociedad democrática y tolerante. Lo alucinante es que esto hay que explicarlo en el colegio y no se lleve sabido de casa. Lo increíble es que no se de en primaria y se pretenda enseñar a los quince (o diecisiete si son repetidores) cuando los chavales ya sacaron de si  lo malo y lo bueno. Lo vergonzoso es que se critique y se utilice como arma política arrojadiza. Ya, lo de dar la asignatura en inglés, es inefable. Y lo de objetar, por perniciosa, la enseñanza de las cuatro reglas de convivencia fundamentales, una alegoría social. Y todo esto no lo digo yo, lo dice mi hijo, que me cuenta que en el patio el que suspende siete es el puto amo y que ve generalizadas las provocaciones, destrozos, insultos y peleas dentro y fuera del recinto escolar.

 

Hemos aceptado sin reservas que los líderes políticos, además de corrupción, transmitan ignorancia: no hablan idiomas, se expresan con dificultad, no saben leer, se insultan, hablan a voces, no se escuchan, no dialogan, no argumentan. Mentirosos, ambiciosos, soberbios, sin más visión de futuro que los cuatro años hasta la próxima reelección. Hemos asumido la mediocridad de nuestros dirigentes y estamos dejando la cultura, la educación en sus manos. La mejor educación es la rebelión contra el secuestro pactado de la ciudadanía. Haz oír tu voz.



Dejar un comentario

captcha