Un santuario rupestre en Candamo

Un santuario rupestre en Candamo

Cultura destaca la cueva de Candamo como emblema de la riqueza del patrimonio rupestre asturiano


El consejero de Educación, que ha visitado hoy La Peña, señala que “a su gran calidad artística se une su excepcional testimonio sobre la historia de la civilización”

 

Genaro Alonso afirma que formar parte de la lista de la Unesco obliga a administrar los bienes con gran responsabilidad y extremar las medidas de salvaguarda

 

 

El consejero de Educación y Cultura, Genaro Alonso, ha subrayado hoy  la relevancia del arte rupestre paleolítico entre los bienes patrimoniales asturianos, durante el transcurso de una visita a la cueva de La Peña, en Candamo, en la que ha estado acompañado por la directora general de Patrimonio Cultural, Otilia Requejo, y el director general de Planificación Lingüística y Normalización, Fernando Padilla.

Alonso ha recordado que la Unesco acordó en 2008 la inclusión en la Lista de Patrimonio Mundial de cinco cuevas asturianas: Tito Bustillo (Ribadesella), El Pindal (Ribadedeva), Llonín (Peñamellera Alta), Covaciella (Cabrales) y La Peña de Candamo.

El titular de Educación ha resaltado la importancia de esta declaración, junto con la del Prerrománico asturiano y la del Camino de Santiago, que configuran, según ha destacado, “un conjunto de bienes patrimoniales de significación universal sobre el que debemos extremar las medidas de salvaguarda”.

Además, ha indicado que la pertenencia a la lista del Patrimonio Mundial “supone todo un reto”, que obliga a administrar “de manera eficaz y responsable” los bienes. Respecto a la cueva de Candamo, ha asegurado que se trata “de un bien cultural de primer orden, que a su gran calidad artística une su naturaleza de testimonio excepcional de la historia de la civilización”.

El consejero también ha visitado el Centro de Interpretación de Candamo, que surgió como complemento para una cueva cuyas delicadas características de conservación obligan a establecer un acceso de visitantes y a un calendario de visitas restringidos.

La caverna, precisamente por la restricción en su acceso, mantiene una cifra regular de visitas. La leve variación que suele producirse de un año a otro se debe a que cambia el número de días de apertura en Semana Santa.

Visitantes

En la última década, han accedido a la cueva 25.945 personas y 26.782 han visitado el centro de interpretación.

En 2016, la cueva de Candamo ha recibido 2.855 visitantes, y el Centro de Interpretación, 3.310. La procedencia es mayoritariamente nacional (1.487) y asturiana (1.165). De los países de la Unión Europea, se registraron este año 125 visitantes: ingleses, franceses y alemanes en su mayoría, y del resto del mundo, 78, más de la mitad estadounidenses.

La riqueza de yacimientos con arte rupestre en Asturias permite actualmente a la Consejería de Educación y Cultura mantener seis cuevas abiertas al público con diferentes cupos de visitantes diarios y diversas fechas de apertura:

-        Tito Bustillo, con 150 visitantes diarios permitidos, abre del 1 de abril al 1 de octubre.

-        El Pindal (Ribadedeva) y El Buxu (Cangas de Onís), con cupos de 120 y 25 visitantes diarios, respectivamente, abren todo el año.

-        La Peña (Candamo), La Lluera (Oviedo) y La Loja (Peñamellera Baja), con cupos de visitantes diarios de 45, 36 y 35, respectivamente, abren del 15 de junio al 15 de septiembre.

 

Un santuario del arte rupestre

La cueva de Candamo es la más importante del Nalón Medio, y uno de los dos santuarios asturianos del arte rupestre, junto con Tito Bustillo, y ha superado los problemas de conservación que registraba históricamente.

Fue descubierta e investigada de forma científica ya en 1914 por la Comisión de Investigaciones Paleontológicas y Prehistóricas, bajo la dirección de Eduardo Hernández Pacheco. En aquellos trabajos participó el conde de la Vega del Sella. En la década de los 50 del pasado siglo, Francisco Jordá realizó excavaciones en la antigua entrada y Magín Berenguer dibujó su contenido artístico.

 

Los daños y afecciones provocados por las visitas llevaron a un deterioro tan considerable que obligó al cierre de la cueva en 1980, durante más de una década. Desde entonces, se llevaron a cabo una serie de relevantes trabajos de conservación y recuperación del equilibrio natural de las condiciones ambientales para poder permitir de nuevo la visita pública, aunque muy restringida, a finales del siglo pasado.

 

El acceso a la caverna se realiza por un paso artificial hasta el salón de los grabados, una sala amplia, diáfana y de sección singular con formaciones estalactíticas de gran altura y envergadura. En ella se distinguen varios conjuntos artísticos con figuraciones y signos en rojo y negro y con grabados. Las figuras más destacadas son dos toros, tres ciervos, dos caballos y un antropomorfo.

 

En la parte alta de la cueva se encuentra el camarín, una hornacina con una representación de un caballo en color ocre acompañado de tres caballos más, un toro y un bisonte. El interés de esta representación radica en que está pintado para ser visto desde el suelo de la cueva, lo que supuso que se dibujara deformado para asegurar la correcta visión desde ese punto.

 


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