Soluciones para aumentar la capacidad de recuperación en deportistas profesionales

Soluciones para aumentar la capacidad de recuperación en deportistas profesionales

Antonio Martín/DICYT La recuperación del esfuerzo es fundamental para el deportista. Mejorándola, puede aumentar su rendimiento deportivo. Desde hace unos años, el director del Centro de Estudios Olímpicos de Soria, Alfredo Córdova, ha analizado diferentes substancias que pueden contribuir en esta recuperación. Las principales son el inmunoferón y el malato de citrulina. En los últimos tiempos, ha avanzado en el conocimiento de este último compuesto, sobre el que ha determinado su relación con el ácido láctico y la producción de creatina.


Inicialmente, Alfredo Córdova, que también es profesor de la Escuela de Fisioterapia del campus de Soria de la Universidad de Valladolid, fue asesor científico en el laboratorio Industrial Farmacéutica Cantabria, con el que ensayó el inmunoferón y posteriormente pasó a Pérez Jiménez, que le encargó el desarrollo del malato de citrulina. En casi todos los trabajos científicos ha colaborado con la Universidad de las Islas Baleares.


Según explica Córdova, una clave en la mejora del rendimiento deportivo está en la recuperación del esfuerzo. “Cada vez que se aumenta el esfuerzo, se producen microrroturas de las bandas Z del sarcómero, una figura que se encuentra en todas los músculos esqueléticos, que llamamos agujetas”. En algunos deportes, como por ejemplo, el ciclismo, la recuperación es fundamental, ya que los esfuerzos, como en una gran vuelta, son muy seguidos y pueden afectar al resultado deportivo. “De ahí que pretendamos por vías legales y naturales la mejora de la recuperación del deportista”. Los científicos se centran en este tipo de deportes individuales “porque no influye tanto la técnica y la táctica como en deportes colectivos”. Los estudios se centran fundamentalmente en atletas , que realizan un ejercicio excéntrico, y ciclistas, que soportan un esfuerzo concéntrico.


En atletismo, Córdova colabora con Enrique Pascual, entrenador de fondo y mediofondo, e histórico preparador de Fermín Cacho y Abel Antón, entre otros. Amoldándose a las series de entrenamiento, los investigadores conocen el ritmo, el pulso y el nivel de lactatos del corredor y, al finalizar la sesión, se realiza un test de fuerza. Esta prueba permite ver la evolución de la capacidad de recuperación del deportista.
 

Al comienzo, el director del Centro de Estudios Olímpicos analizó la relación entre fatiga y los minerales en el organismo. De este modo, observó que cuando un sujeto se fatiga disminuye la presencia de cinc, hierro o magnesio, ya que se eliminan con mayor frecuencia por el sudor. La investigación evolucionó hacia los inmunomoduladores, principalmente a cuestiones generales sobre inmunidad, y luego pasaron a cuestiones más específica. Finalmente, la progresión alcanzó a un aminoácido, el malato de citrulina. Una cuestión fue llevando a la otra. “Observé que el cinc está muy involucrado en los procesos de inmunidad, esto nos motivó a tratar aspectos de inmunología”, resume el doctor.


Inmunomoduladores


De esta manera, los investigadores observaron que tras un ejercicio, los marcadores bioquímicos en el músculo se alteraban menos al emplear inmunomoduladores. Además, estas sustancias permitían al deportista tener un sistema inmunológico más fuerte, para afrontar, por ejemplo, dolencias como resfriados. En la actualidad, “no hay deportista que no utilice inmunomoduladores”, relata el científico. Esta línea, para Córdova, ha quedado concluida, al finalizar la colaboración con la empresa que la promovían.


La última etapa se sitúa actualmente en torno al malato de citrulina. La citrulina es un ingrediente funcional presente en alimentos como la sandía. Es una sustancia que tiene la capacidad de producir vasodilatación. Además, al ser convertida por el metabolismo en un aminoácido llamado arginina produce efectos beneficiosos en el corazón, en el aparato circulatorio y beneficia el sistema inmunitario. Este equipo investigador, además, ha descubierto que la citrulina induce a que se produzca más creatina, un aminoácido energético, con lo cual se favorece la recuperación.


El malato, por su parte, forma parte de un ciclo, denominado de Kreps, en el que la glucosa proporciona energía. En este caso, Córdova y sus colaboradores han observado que además ejerce una labor para mitigar la acción del ácido láctico. El ácido láctico se genera en la actividad muscular cuando se produce ejercicio con falta de oxígeno. Si se acumula mucho ácido láctico, es indicio de fatiga. El malato de critulina es un producto de nutrición, que se adquiere sin necesidad de receta.


El investigador va a comenzar ahora un trabajo para comprobar el impacto del malato de citrulina en la capacidad de recuperación en una forma aguda y tras una sesión de entrenamiento. Realizará test biológicos y de campo, para comprobar si hay más o menos descenso de la fuerza tras el entrenamiento cuando se administra este aminoácido. Supone que disminuirá el descenso de fuerza tras el entrenamiento. El estudio de salud y de Bioquímica general se realizará en Soria, mientras que los estudios más complejos, por ejemplo, la distinción de linfocitos, se realizará en Baleares.

 

 

 

El uso de ayudas para reducir el daño muscular y el caso de la glutamina
La utilización de ayudas farmacológicas o nutricionales está indicada en el ámbito deportivo para reducir los efectos nocivos del daño muscular y la inflamación producidos por el ejercicio intenso. Estas ayudas aceleran el proceso de recuperación, por lo que son importantes para mejorar el rendimiento mediante la prevención de respuestas perjudiciales, explica Alfredo Córdova en un artículo en la revista Apunts. Con el uso de estas ayudas, se puede producir un aumento de la carga de entrenamiento que podría ser tolerado por los deportistas. De otro modo, no será posible. El autor explica que “además de ser beneficioso para su rendimiento competitivo, también es un elemento importante que hay que considerar como mecanismos para preservar la salud del deportista”.
El daño muscular resulta a menudo por el predominio del ejercicio excéntrico. Una serie de reacciones metabólicas provocan una inflamación de la que es consciente el deportista al final de la sesión de entrenamiento si esta es dura. Hay otros tipos de inflamaciones musculares, que se producen uno o dos días después de la sesión fuerte de ejercicio o competición: respuesta inflamatoria local y sistémica.
Para hacer frente a estas sensaciones se puede emplear ayuda ergogénica, permitida por la normativa deportiva. Un caso de estas ayudas son los fármacos inmunomoduladores y un factor nutricional denominado glutamina.
Como consecuencia del daño muscular y la inflamación causada por un ejercicio físico intenso, se produce un aumento de citocinas proinflamatorias. Ciertos inmunomoduladores se consideran preventivos para recuperar el sistema inmune en esta actividad deportiva intensa, como las inmunoglobinas y la glutamina.
La glutamina es un aminoácido no esencial que disminuye la inmunodepresión inducida en el ejercicio. El músculo esquelético es el tejido más involucrado en la producción de glutamina. Esta sustancia aumenta los niveles de plasma después de un ejercicio a corto plazo, pero los disminuye a medio y largo plazo. Por este motivo, los científicos piensan que la glutamina es uno de los principales estimuladores de un complejo de protección celular frente a daños.

 

 

 

Colaboración con el Numancia  de voleibol y el Baskonia de baloncesto
El trabajo científico de Alfredo Córdova no se circunscribe a los deportistas de disciplinas en las que prima el trabajo individual. También realiza colaboraciones con clubes deportivos de deportes colectivos. En los últimos tiempos, el científico ha publicado resultados de investigación en trabajos con jugadores profesionales de voleibol y baloncesto masculino.
La primera colaboración la realizó con el equipo de voleibol de Soria, el Numancia CMA, que compite en la Superliga Masculina. El objetivo del estudio fue evaluar los efectos crónicos del entrenamiento y la competición durante cuatro meses, para observar la respuesta inmune en los componentes de la plantilla. Los jugadores formaron parte de una prueba de resistencia en bicicleta al principio y al final de la temporada. Los científicos obtuvieron muestras de sangre al final del ejercicio intenso y a los treinta minutos. Los investigadores observaron unos patrones sanguíneos en la respuesta inflamatoria, por lo que el seguimiento de estos patrones podría ayudar a recuperar la fatiga de los deportistas.
El otro equipo profesional con el que ha colaborado recientemente Córdova ha sido el Baskonia, equipo de la Liga ACB y la Euroliga de baloncesto de Vitoria. En este caso, en colaboración con el médico del equipo y profesor de la Escuela de Ciencias de la Salud de la Universidad de León Jesús Seco Calvo y con científicos de las universidades de las Islas Baleares y del País Vasco, se estudiaron los cambios de testosterona y cortisol en los 12 jugadores de la plantilla.
Este seguimiento, durante toda la temporada, ha permitido afirmar a los especialistas que para el control del estrés que provoca la competición y para el control en los periodos de recuperación es muy útil la monitorización de estos indicadores, la testosterona y el cortisol. Durante la campaña, los expertos observaron que en diciembre se produjo el mayor nivel de ambos.

 

 

FOTO: 1.500 metros, Manuel Olmedo (a la derecha) se entrena junto a un compañero en el estadio de los Pajaritos. Su entrenador, Enrique Pascual, colabora en la investigación sobre recuperación del ejercicio físico

Dejar un comentario

captcha