Oviedo.-Durante su intervención en el acto de entrega de la cuarta edición de los Premios Solidarios ONCE Principado de Asturias, el presidente Javier Fernández destacó la ejecutoria de los premiados y aseguró que "podemos ser profetas en nuestra propia tierra". En el acto destacó la presencia de la Princesa de Asturias, Doña Letizia.
Intervención del presidente del Principado
Permitidme que inicie estas palabras con una constatación. Compruebo de nuevo que, contra el dicho, podemos ser profetas en nuestra propia tierra. Profetas, embajadores –como lo es la princesa de Asturias- y también ejemplo, condición que reúnen todos los galardonados. La cortesía obliga a citarles, con sus respectivos méritos:
· La Radio Televisión del Principado de Asturias, por haber acreditado su disposición y capacidad informativa para atender las situaciones de vulnerabilidad.
· Los trabajadores de la unidad terapéutica y educativa del centro penitenciario de Villabona, ejemplo ético de convicción humanista profunda, porque creen y demuestran la capacidad de recuperación del ser humano.
· Al padre Ángel García –el amigo padre Ángel-, que tan bien encarna en su biografía esa honda fe en la humanidad.
· Al grupo empresarial Alimerka, porque prueba que el riesgo, la innovación y la iniciativa son conciliables con la sensibilidad social y la integración.
· Y al Ayuntamiento de Avilés, porque enseña que esas mismas virtudes tienen encaje en las instituciones e indica claramente uno de los caminos que debemos ensanchar quienes gobernamos las administraciones públicas.
A todos ellos, gracias y enhorabuena, felicitaciones que extiendo a ONCE Asturias, la organización responsable de la concesión de estas distinciones, y al jurado, que tanto acierto ha tenido.
Todo esto –este acto, estos reconocimientos, estas palabras- sería imposible sin la existencia de la ONCE. Ésa es una lección que sabemos y recordamos bien, porque la ONCE nos la enseña a diario, con su labor cotidiana. Pero hay otras lecciones que también sabemos y debemos esforzarnos en que no se nos borren de la memoria. Los objetivos por los que trabaja la ONCE no son una cuestión que se resuelva con compasión y caridad, virtudes que bienvenidas sean, sino que responden a lo que antes, en referencia a la Unidad Terapéutica de Villabona y al padre Ángel, definí como una convicción humanista profunda. Porque es esa honda fe en la humanidad, en las capacidades e igualdades básicas de los seres humanos, el cimiento fundamental, argamasado y mejorado durante siglos, de nuestra sociedad: una sociedad que reconoce y respeta la discapacidad tanto como pelea por la inclusión, que se empeña en el apoyo a los más desfavorecidos, que se afana en la protección de los derechos y que impulsa la igualdad. Es este modelo social el que mejor lo hace posible. No nos engañemos. Si una radiotelevisión pública -nuestra RTPA-, los trabajadores de un centro penitenciario, un sacerdote polifacético, solidario e hiperactivo, un grupo empresarial ejemplar y una administración local comparten estos premios es porque existe toda una estructura social que responde a las mismas inquietudes. Me atrevo a decir hoy aquí, para cerrar mi intervención, que nos conjuremos contra la indiferencia, el nihilismo y el olvido; que no permitamos, ni por acción ni por omisión, que se derriben las paredes maestras que sostienen este modelo social abierto e inclusivo donde todos tenemos cabida. Ése es mi ruego.
FOTOS: Armando Álvarez