Alejandro Braña será el nuevo presidente de los médicos asturianos

Alejandro Braña será el nuevo presidente de los médicos asturianos

Oviedo.-El jefe de Traumatología del HUCA, Alejandro Braña Vigil, será el próximo presidente del Colegio de Médicos de Asturias, relevando en el cargo a la doctora Carmen Rodríguez Menéndez, el próximo día 15 de abril, al ser la suya la única candidatura presentada. Sobre él, nuestro coordinador, Ignacio Sánchez Vicente, ha elaborado el siguiente perfil.

 

 

Alejandro Braña Vigil, un médico renacentista

 

 

 

Sus hábiles manos disfrutan por igual trazando, con éxito, las serpenteantes líneas de una caricatura, o las pinceladas de un retrato, que gobernando los controles mientras pilota una avioneta sobre las montañas de Asturias o realizando una compleja cirugía reparadora de espalda, o cadera. Su mente, curiosa, receptiva, analítica, se concentra del mismo modo al seguir la ejecución de una partitura que el ‘allegro’ de un tenor, la lectura de un tratado sobre la columna vertebral o una obra literaria de su interés. ¿Un personaje de novela? No. Alejandro Braña Vigil (Oviedo, 1950) comparte todas esas aficiones con su gran pasión: la medicina.

El actual jefe de Traumatología del Hospital Universitario Central de Asturias, y secretario del Colegio de Médicos del Principado, tiene claro que todo eso, y más, puede hacerse siempre que se establezcan prioridades. La suya es tajante: los pacientes. Y es que el doctor Braña es un caso claro de vocación temprana. Desde niño “nunca tuve duda de lo que quería ser, y eso era médico, yo creo que deseando emular a aquellas personas que podían hacer algo tan maravilloso como era curar a los demás”. Aunque en su familia no tiene antecedentes en la profesión, “siempre pensé que mi padre hubiese sido un gran médico; de hecho, tenía gran admiración por ellos y una excelente relación con doctores que eran mitos en aquél entonces, como por ejemplo Antonio Torner, un gran pediatra que estaba casado con Matutina, hermana de Alejandro Casona”. Entonces los médicos eran pocos y su labor muy importante, “así que yo pensaba que eso era lo más grande que se podía ser, alguien capaz de curar a otras personas”. Y aún más, eligió la cirugía, “porque los cirujanos somos todavía los únicos médicos que podemos batirnos directamente contra la enfermedad, no a través de intermediarios, loables, como los medicamentos, etcétera, sino directamente.” Así, “cuando quito una artrosis de una cadera para poner una prótesis yo soy el que tengo la responsabilidad en ese momento de dejar bien la cadera o no, o una rodilla o una columna…” Por eso, añade, “tengo la gran suerte en la vida de poder hacer precisamente lo que a mí me gusta.”

 

Pero, fuera del quirófano, el doctor Braña es hombre de aficiones bien cultivadas. Una de sus características, para un observador atento, es que está constantemente dibujando. Y es que, de hecho, es un excelente retratista y un caricaturista veloz. Incluso, mientras se realiza la entrevista, sorprende con una rápida caricatura del entrevistador. “Ya de pequeño dibujaba bien, y esa habilidad derivó con los años en mi interés por la pintura y mi afición al retrato”. En todo caso es una afición menos arriesgada que la de piloto de aviación, que también ocupa buena parte del tiempo que el cirujano dedica al esparcimiento. Vocación temprana, además, por cuanto “ya desde joven me atrajo la idea de pilotar una avioneta; a veces me preguntan si no me da miedo, y efectivamente, tiene esa componente, pero volar es una de las ambiciones del ser humano, aunque vaya en contra de su propia naturaleza, y si no recordemos el mito de Ícaro, entre otros.” El caso es que “saqué la licencia hace treinta años y, aunque lo dejé un tiempo, volví a renovarla posteriormente; así que voy a hacer vuelos sin motor a otras provincias de España, y disfruto haciendo recorridos por encima de las montañas de Asturias, o volando a Galicia, a Santander o a León. Y es que volar te da una gran sensación de libertad, de satisfacción porque, como ocurre con otras aficiones, te permite aislarte de todo, estar contigo mismo.” ¿Tiene riesgos?, reflexiona Alejandro Braña. “Claro que sí, pero como todo, como el montañismo, como sacar fotos de la naturaleza. No hace mucho que un buen amigo mío, gran fotógrafo, se cayó por una cortadura en una montaña asturiana y rompió una pierna. Si no llega a tener un teléfono móvil, afortunadamente con cobertura, como le decía la Guardia Civil cuando lo rescataron, allí se hubiese muerto, porque su situación lo hacía prácticamente ilocalizable . Así que toda afición tiene sus riesgos.”

 

Lo que no es aficionado el doctor es a los deportes. Eso sí, “paseo todos los días, recorriendo esos rincones tan entrañables de Oviedo, caminando hasta la zona del colegio de los Dominicos (en el que estudió el bachillerato), fijándome en los cambios, en una casa, en una fachada, en una calle. Y también por Luanco, cuando estoy allí, sin olvidar a Noreña, donde pasé  nueve años de mi infancia, una época tan especial para las personas que su recuerdo te acompaña siempre. A veces me dicen, porque yo me siento noreñense, “pero naciste en Oviedo”, y yo les digo que los de Noreña nacemos donde nos da la gana”.

 

Pero, sin duda, Braña es de los del Oviedín del alma. “Oviedo es una ciudad hecha a la medida de lo humano. Tenemos de todo, pero también carisma, personalidad, forma ser…y esas esquinas mágicas en las que puedes pararte a saludar a alguien a las doce y, si te descuidas, te pasan allí horas entre el ir y venir de amigos y conocidos”. Precisamente, “lo que más echo de menos en mi vida es una tertulia, envidio a los ovetenses y en general a la gente de antes que, con tanto trabajo como nosotros, o más, no renunciaban a la tertulia. Pero, desgraciadamente, vivimos en un mundo de prisas y la tertulia requiere tranquilidad. Me apena, además, que esa sana costumbre se esté perdiendo entre la gente joven.”

 

Con ese amor a Vetusta –“pero sin localismos excluyentes, o de antagonismo”—es lógico que apoye fervorosamente la candidatura de Oviedo como Capital Cultural. “Es que, en relación a su tamaño, no hay otra ciudad igual en España, con su sentido cultural, con su oferta musical. Y eso no es de ahora. Yo recuerdo cuando Oviedo tenía 90.000 habitantes y ya llenaba los teatros, y traía intérpretes de la altura de Paganini, que se preguntaría –reflexiona con humor—dónde lo habían traído; y también en la pintura, aunque debo decir que, en este sentido, Gijón dio mejores pintores que Oviedo”.

 

Así las cosas, uniendo a su prestigio profesional, no ya en Asturias, sino en España, como traumatólogo y cirujano ortopédico, su afabilidad, buen humor y apoyo a la cultura en muchas de sus facetas, no es de extrañar que a la recepción en su día del premio ‘Ovetense del Año’ asistieran más de medio millar de personas, no sólo de Asturias, sino también de otros lugares de España, como Madrid, entre ellos Claudio Boada, amigo personal del homenajeado. Allí, la presidenta del Colegio Oficial de Médicos de Asturias, Carmen Rodríguez, definió la figura del doctor Braña como el “prototipo de asturiano, despierto, laborioso y vivaz”. Un premio que, para su receptor “supuso tres cosas. Una sorpresa tremenda, porque hay muchos más que se lo merecen sobradamente, seguida de una satisfacción enorme; un intenso agradecimiento a quienes consideraron, en el jurado, que yo era merecedor de este galardón. Y una responsabilidad muy grande también, porque, si te lo dan, luego hay que ejercerlo y merecerlo.”

Dejar un comentario

captcha