Niños congoleños huyen en solitario hacia Uganda

Niños congoleños huyen en solitario hacia Uganda

CENTRO DE TRÁNSITO DE NYAKABANDE, Uganda (ACNUR/UNHCR)- El equipo de ACNUR se ha acostumbrado a ver niños llegando solos al centro de tránsito de Nyakabande en los últimos meses.
Pero se quedaron muy sorprendidos cuando una joven refugiada congoleña, Rachel*, apareció con sus seis hermanos y necesitando ayuda tras haber huido al sur de Uganda a finales del año pasado. Escaparon de los combates en la vecina República Democrática del Congo (RDC).

Lo que más alarmó a los trabajadores de ACNUR fue que ella sólo tenía tres meses de vida y había sido atendida por otra niña de dos años,su hermana Hope*, desde que ambas fueran separadas de su madre en noviembre, durante las luchas entre las tropas del gobierno y los rebeldes del M23. Las dos partes comenzaron las conversaciones de paz en Kampala el pasado diciembre después de que el gobierno de Uganda negociase una tregua. “Ella [Hope] fue tan responsable, preocupándose por esa niña durante un mes y medio en el centro de tránsito… fue increíble”, dijo Bernard Manishimwe, de la Cruz Roja de Uganda, al tiempo que añadía: “Por aquí todos la llamábamos “la madre”.

 

En los últimos meses, a medida que las oleadas de conflictos y violencia generalizada barrían las provincias del este de la vecina República Democrática del Congo, miembros del equipo de ACNUR han encontrado a muchos niños no acompañados y jóvenes separados de sus padres durante estos combates.

Este es un asunto que preocupa en gran medida al ACNUR, aunque, tal y como explica el Asistente de Protección Gershom Mugerwa, alrededor del 70% de estos niños “se reúnen con sus padres o con familiares en un corto período de tiempo… a menudo ya se encuentran con algún familiar en el centro de tránsito, o sus familias aparecen un día o dos después que ellos”.

A mediados de enero, el equipo de ACNUR se acordó de Hope cuando Mary*, de 12 años, llegó a Nyakabande con sus dos hermanas menores tras un arduo viaje desde su casa, en el territorio Rutshuru, en RDC. Su madre murió dando a luz y su abuela, que había cuidado de ellas, estaba demasiado débil para viajar.

Ambos casos tuvieron finales felices: Rachel y sus hermanos fueron asignados a un cuidador responsable de acoger a refugiados en el centro de tránsito y se fueron al día siguiente al asentamiento de Rwamwanja, a unos 350 kilómetros al norte, justo en el momento en que su madre llegaba a Nyakabande. Al oír las noticias de sus niños, consiguió dirigirse al asentamiento para reunirse con ellos.

Mientras tanto, Mary y sus hermanas, Julia*, de ocho años y Clarisse*, de cinco, fueron localizadas por su tío en el momento en que entraban en el centro de tránsito, y ahora él cuida de ellas mientras ACNUR trata de localizar a su padre. Pero muchos de los niños congoleños con los que se encuentra ACNUR no son reunidos con sus familias y tienen que confiar en la buena voluntad de los cuidadores de niños refugiados, que a menudo ya tienen ellos mismos una gran familia.

La edad media de los niños congoleños que llegan solos a la frontera o al centro de tránsito de Nyakabande, a 20 kilómetros de ésta, es de 12 ó 13 años, y es raro ver a una niña tan pequeña como Rachel. ACNUR y la Cruz Roja de Uganda ayudan a identificar a estos niños vulnerables y les dan el apoyo y la asistencia que necesitan.

Pero, tal y como apunta Mugerwa, como muchos de estos niños no acompañados o separados son reunidos rápidamente con su familia, a menudo resulta difícil evaluar el verdadero alcance del problema.
Una vez que se establece que los niños están solos, ACNUR y la Cruz Roja ponen a su disposición alojamiento individual, ropa, actividades recreativas y asistencia alimentaria, en ocasiones con suplementos alimenticios, así como apoyo médico y asesoramiento para ayudarles a lidiar con el trauma.

 

Los esfuerzos a menudo se centran en localizar a miembros de la familia a lo largo de la frontera en la provincia de Kivu Norte o en asentamientos como el de Rwamwanja, en Uganda. La Cruz Roja de Uganda opera con un servicio de rastreo por teléfono en Nyakabande, de manera que los refugiados puedan llamar o enviar mensajes a sus familiares. Este servicio les permite saber dónde están y, lo que es más importante para muchos refugiados, saber si sus familias están bien.

Para los niños no acompañados menores de 10 años o para aquellos que no pueden cuidar de sí mismos, ACNUR y la Cruz Roja de Uganda buscan a un cuidador de la misma comunidad de refugiados. Estos cuidadores se someten a rigurosos procesos de investigación y a menudo son de la misma tribu o región que los niños. En muchos casos estos cuidadores son miembros de su extensa familia, que también han logrado encontrar el camino hasta el centro de tránsito.

 

 

ACNUR también trabaja para reunir a las familias cuyos miembros hayan quedado repartidos en los diferentes asentamientos para refugiados, llegando a las comunidades locales y a los líderes de los refugiados para ayudarles a identificar a los miembros desaparecidos de las familias que estén en los asentamientos. Entonces trabajan con el gobierno de Uganda para volver a juntarlos de nuevo. ACNUR reubicó a 38 niños no acompañados a Rwamwanja en las primeras tres semanas de enero.

Abandonar tu hogar y todo lo que conoces es inimaginable para la mayoría de nosotros, pero para estos niños esto implica además que puede ser la última vez que ven a sus seres queridos. “Cuando les ves llegar cansados, hambrientos, estresados y confundidos tras 4 ó 5 horas sentados en una furgoneta, entonces puedes sentir verdadera empatía y entender su situación”, dice Mugerwa, de ACNUR.

*Nombres cambiados por motivos de protección.

> Donaciones para la emergencia en RDC: www.eacnur.org

 

FOTO:© ACNUR/L.Beck. Mary (sujetando una bolsa de plástico) y sus hermanas son llevadas a la tienda de su tío tras haberse reencontrado de nuevo en el centro de tránsito de Nyakabande, al sur de Uganda.

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