“Los transgénicos son la única alternativa para mejorar nuestra alimentación”

“Los transgénicos son la única alternativa para mejorar nuestra alimentación”

JPA/DICYT José Miguel Mulet Salort, investigador del Instituto de Biología Molecular y Celular de Plantas (IBMCP, centro del CSIC y la Universidad Politécnica de Valencia), ha afirmado hoy en Salamanca que los productos transgénicos son la única alternativa para poder alimentar a toda la población con comida de mayor calidad, más segura y más saludable. Conocido en las redes sociales por su labor divulgativa a través del libro ‘Los productos naturales, ¡vaya timo!’ y un blog homónimo, Mulet afirma que las opiniones de los antitransgénicos se sitúan al margen de la Ciencia y que sólo han calado en Europa por razones históricas.

 

En una entrevista concedida a DiCYT momentos antes de su intervención en las II Jornadas sobre Transgénicos Agrícolas, que se han celebrado hasta hoy en la Facultad de Biología de la Universidad de Salamanca, José Miguel Mulet dejó clara su postura. “No vamos a tener más remedio que recurrir a los transgénicos, no hay otra alternativa con los números en la mano en cuanto a la posibilidad de alimentar a la población y de conseguir comida de mayor calidad, más segura o con unas posibilidades que no tenemos ahora, como obtener carne baja en colesterol o trigo apto para celiacos”, aseguró.

 

“Esto no es ciencia ficción, son cosas que ya están descubiertas y no conozco ninguna alternativa que funcione mejor, lo que está en el campo y lo que está en el laboratorio mejora sustancialmente lo que tenemos”, afirmó en referencia a los alimentos transgénicos, que se logran incorporando nuevos genes para lograr características concretas.

 

A pesar de que las técnicas de ingeniería genética logran mejorar animales y plantas con las máximas garantías de seguridad, según la comunidad científica internacional, es objeto de una gran polémica, sobre todo en el caso de la agricultura transgénica. En este sentido, Mulet puntualiza que la oposición a los productos transgénicos sólo tiene lugar en Europa. “En Estados Unidos, California podría ser aparentemente el estado más antitransgénico, porque el movimiento ecologista tiene mucha fuerza. Pues bien, el 6 de noviembre, coincidiendo con las elecciones presidenciales, los californianos votaron en referéndum si etiquetaban los alimentos que contienen transgénicos y salió que no querían hacerlo”, pone como ejemplo.

 

En cambio, “hemos querido convertir la agricultura europea en una especie de Disneylandia ecológica y las únicas consecuencias son que cada vez producimos menos alimentos y somos más dependientes de las importaciones, porque estamos promocionando técnicas muy poco eficientes. Así, estamos perdiendo soberanía alimentaria y en el momento en el que África o Sudamérica nos cierren las fronteras porque China les pague más, lo vamos a pasar muy mal”.

 

En su opinión las ideas antitransgénicos, sin base científica, han calado porque quienes se oponen a los cultivos modificados genéticamente se han apropiado del discurso ecologista. “Es muy fácil convencer a alguien de lo que quiere oír y a todo el mundo le gusta proteger el medio ambiente y la naturaleza, a mí el primero. Sin embargo, usan este argumento sin tener una base científica”, asegura, sino que algunos casos llega a ser incluso “una base religiosa o mística”.

 

Motivos para una opinión sin base científica

 

En su opinión, las ideas contra los transgénicos han calado en Europa por motivos históricos. “La tecnología de los transgénicos fue inventada por una universidad europea y por una empresa americana a la vez. La empresa quiso ganar dinero y la universidad quiso utilizarlo para investigar. Cuando la empresa ya tenía el primer producto en el mercado, que fue el maíz, las empresas europeas no estaban preparadas para competir, tenían miedo de ser arrasadas en el mercado, así que vieron con buenos ojos que se cerraran las fronteras y hubiera un cierto proteccionismo. Esto fue lo que aprovecharon las organizaciones ecologistas para cambiar su discurso por una cuestión de marketing: no pueden estar toda la vida salvando las ballenas”, bromea. En definitiva, el origen de que haya calado una postura sin base científica en la opinión pública europea es producto de una coyuntura histórica por la confluencia de intereses de las empresas europeas y de las organizaciones ecologistas, pero “en países como Estados Unidos, esas mismas organizaciones no dicen nada sobre los transgénicos”.

 

Mulet trata de desbaratar esas ideas haciendo divulgación científica desde internet. “Lo hago por divertirme”, reconoce, “no tengo intención de convencer a nadie”, pero habitualmente el debate y la polémica están presentes en su cuenta de Twitter (@jmmulet) y en su blog, tal vez, piensa, por su manera de expresarse o porque dice lo que piensa “y no lo que la gente espera oír”.

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