Bueño espera a los Príncipes

Bueño espera a los Príncipes

Bueño.- Normalmente, en Bueño apenas hay ruido ambiental. El paso ocasional de un vehículo, el ronroneo suavín de un tractor, ladridos ocasionales de los perros o la voz de algún vecino llamando a otro que se encuentra más lejos. Pero esta semana el pueblo anda un poco alborotado con los preparativos de la gran jornada, la del sábado, en la que los Príncipes de Asturias visitarán la parroquia para hacerle entrega de su premio, el de Pueblo Ejemplar de Asturias, al que con relativa prontitud ha accedido Bueño tras presentar su candidatura.

Es miércoles y una fina lluvia acompaña al recién llegado por los caminos. Pero hoy hay algo más de ruido. Hay charla y risas entre un numeroso grupo de vecinos y vecinas de todas las edades reunidos bajo uno de los más amplios horreos del pueblo. en  el medio del círculo que forman, una pila de panoyes. Su destino, enriestrar primero y decorar después los corredores de los hórreos para que los Príncipes vean completa la imagen de una parroquia rural asturiana. Aquí, como fue siempre costumbre en Asturias, los trabajos más pesados se hacen en comuña. cada día los vecinos se concentran en una casa y hacen riestras para varias de ellas.

Lo bueno, que la esfoyaza también sirve de escuela taller para que los más pequeños se imbuyan de las habilidades y tradiciones de sus antepasados. Y ahí están, los neños y neñes, junto a los mayores, algunos, como Berlamino Fernández del Valle, padre de Belarmino, el activo líder de la asociación cultural de Bueño, que a sus 87 años apiña y enriestra con una habilidad propia de quien lleva haciéndolo toda la vida.

¿Cuánto mide una panoya? Rises en el coro. Unos 23 centímetros. Pero hay pás pequeñas y mayores, así que aquí el tamaño sí que importa. La lluvia deja de molestar al paisanaje mientras la actividad bajo el hórreo se sucede frenética. En apenas dos horas se produce el milabro de la coordinación y el montón tiene ya 35 riestras, de 1'25 metros de largo, cada una con un centenar de panoyes y 25 kilos de peso. Entre los vecinos que observan la faena alguien mira al cielo, con las últimas luces del atardecer y llama la atención a su vecino sobre los dos arco iris que descienden del cielo. "Buena suerte para el sábado", afirma convencido. La estampa,a desde luego, es de foto.

Al caer la noche, la cena. también en comuña. Tortilles, chorizu, quesu y después casadielles, marañueles, galletes. La xarra de sidra del duernu parece que se rellena milagrosamente cada vez que se acaba. La satisfacción es generalizada. El resultado de la solidaridad vecinal que todo lo puede. Hasta ganar el premio al Pueblo Ejemplar.


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