Tauro, visto con nuevos ojos

Tauro, visto con nuevos ojos

Investigadores del Observatorio Astronómico Nacional (IGN) han liderado una observación astronómica de una de las regiones de formación estelar más próximas a nosotros: la Nube Molecular de Tauro. Las nuevas imágenes, conseguidas con el telescopio APEX en Chile, se han sumado a otras anteriores para ofrecer una fotografía espectacular de esta parte del cosmos.

 

El telescopio APEX (Atacama Pathfinder Experiment) acaba de facilitar desde Chile nuevos detalles de la Nube Molecular de Tauro, situada en la constelación del mismo nombre a unos 450 años luz de la Tierra. Las observaciones las ha realizado un equipo coordinado por el investigador Álvaro Hacar del Observatorio Astronómico Nacional (IGN, Ministerio de Fomento).

Las imágenes muestran un sinuoso filamento de polvo cósmico de una longitud de más de diez años luz. En su interior se ocultan estrellas recién nacidas junto con densas nubes de gas que, al borde del colapso, acabarán formando también nuevas estrellas.

Los granos de polvo cósmico son tan fríos y de un brillo tan débil que son necesarias observaciones en longitudes de onda submilimétricas, como las que facilita la cámara LABOCA del telescopio APEX. El instrumento permite revelar las emisiones calientes de estos granos, que se muestran en tonos anaranjados.

Para facilitar la visualización de la región los científicos han superpuesto las observaciones submilimétricas con otras obtenidas en el rango visible, donde puede verse el rico fondo de estrellas. En la foto final también se puede observar una gran estrella brillante que se localizada encima del filamento: φ Tauri.

 

‘Sobre las zonas oscuras del cielo’

La imagen permite diferenciar las dos regiones de la nube molecular de Tauro, conocidas como Barnard 211 (parte superior derecha) y Barnard 213 (parte inferior izquierda). El nombre hace referencia al astrónomo Edward Emerson Barnard, que a principios del siglo XX compiló el atlas fotográfico Sobre las zonas oscurasdel cielo. En luz visible esas regiones aparecen como senderos oscuros, pobres en estrellas, pero Barnard acertó al argumentar que su aspecto se debía a “material que provoca un oscurecimiento en el espacio”.

La región de Barnard 213 ya se ha fragmentado en varios núcleos densos (concentraciones de polvo brillante) donde ha tenido lugar la formación estelar. Sin embargo, Barnard 211 está en un estadio anterior de su evolución. Su colapso y fragmentación aún están teniendo lugar, lo que desencadenará la formación estelar en un futuro. Para los astrónomos es un lugar excelente para analizar cómo estas “zonas oscuras del cielo” –como decía Bernard– juegan un papel crucial en el ciclo de la vida de las estrellas.

 

El experimento que ha permitido el estudio, APEX, es una colaboración entre el Instituto Max Planck de Radioastronomía (MPIfR, Alemania), el Observatorio Espacial de Onsala (OSO, Suecia) y el Observatorio Europeo Austral (ESO), que a su vez se hace cargo de las operaciones.

La cámara LABOCA de APEX se localiza en el llano de Chajnantor, en los andes chilenos, a una altitud de 5.000 metros. Se trata de un experimento que abre el camino a la próxima generación de telescopio submilimétrico, el Atacama Large Millimeter/submillimeter Array (ALMA), que ya se está construyendo y comenzando a operar en esa zona.

 

FOTO: El sinuoso filamento de la Nube Molecular de Tauro con la brillante estrella φ Tauri. Imagen: ESO/APEX/A. Hacar et al.

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