Nuevas perspectivas en la evaluación de daños cerebrales post-accidentes cerebrovasculares

Nuevas perspectivas en la evaluación de daños cerebrales post-accidentes cerebrovasculares

Un grupo de científicos, incluyendo expertos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ha realizado un importante avance en el campo de la neurociencia mediante el desarrollo de una técnica biomatemática innovadora. Esta técnica, que ha sido perfeccionada utilizando modelos animales, ofrece una forma más precisa de rastrear la progresión del daño cerebral en casos de accidentes cerebrovasculares, como ictus o hemorragias intracraneales.

El estudio, publicado en Nature Communications, revela que incluso cuando el tejido cerebral muestra actividad en un encefalograma, las capas neuronales más superficiales pueden estar sufriendo daño irreversible. Este descubrimiento sugiere la necesidad de reevaluar los métodos actuales de seguimiento y tratamiento en casos de accidentes cerebrovasculares, una de las principales causas de muerte y discapacidad en adultos a nivel mundial según la OMS.

El equipo internacional, que incluye colaboradores de la Universidad Aix-Marseille y la Universidad de Medicina de Berlín, aplicó un enfoque biomatemático complejo para analizar los potenciales eléctricos cerebrales. Este enfoque permite distinguir la actividad eléctrica de las diferentes capas neuronales. Los resultados desafían la comprensión tradicional del EEG como un indicador absoluto de tejido cerebral dañado, ya que las capas neuronales superficiales pueden estar comprometidas mientras aún se detecta actividad en capas más profundas.

El investigador del Instituto Cajal del CSIC, Óscar Herreras, destaca que la técnica emplea algoritmos avanzados para procesar señales eléctricas y separar la actividad de cada grupo neuronal. Esta innovación podría llevar a una reevaluación de las estrategias de tratamiento en casos de accidentes cerebrovasculares, proporcionando una ventana de tiempo más precisa y efectiva para la intervención médica.

Este avance no solo representa un gran paso en la neurociencia, sino que también podría tener implicaciones significativas en la práctica clínica, mejorando potencialmente la respuesta y el tratamiento en pacientes que sufren de accidentes cerebrovasculares.

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