El presidente Barbón promete colaboración a la Universidad de Oviedo en la apertura de curso

El presidente Barbón promete colaboración a la Universidad de Oviedo en la apertura de curso

INTERVENCIÓN DEL PRESIDENTE DEL PRINCIPADO DE ASTURIAS, ADRIÁN BARBÓN 

Apertura curso universitario 2019-2020  

 

Hace unos años, no demasiados pero los bastantes como para añorarlos, estudié en esta Universidad. Recorrí el campus de El Cristo, visité este edificio, me fijé en las heridas de sus paredes, cicatrices de nuestra historia, conocí a compañeros y profesores que se han convertido en amistades. Si para cualquiera es un honor participar en la solemne inauguración del curso universitario, para mí lo es por doble motivo, como presidente del Gobierno de Asturias y como ex alumno, orgulloso ex alumno de la Facultad de Derecho. Gracias, rector, por tu invitación. Ya que estamos de vuelta a clase, les propongo compartir la evocación de un primer día de curso. El hormigueo de inquietud ante nuevos profesores, nuevas asignaturas, tal vez nuevas aulas, acaso nuevas compañeras y compañeros y, también, nuevos planes. Al hablar de ello, les tengo que confesar que me viene a la cabeza de forma inmediata mi primer profesor en Derecho, en mi primer día de curso y de vida universitaria.

Me refiero a un hombre bueno -con todas las letras-, íntegro, excepcional: don Carlos Prieto González. Y para mí, es emocionante citarlo en este discurso Retomo lo que les estaba diciendo: yo, que también soy nuevo en algunas cosas, vengo a hablarles precisamente de eso, de los proyectos del Principado para la Universidad de Oviedo. O, mejor expresado, con la Universidad, porque el primer mandamiento para la relación entre el Gobierno y la Universidad ha de ser la colaboración continua y leal. Desde luego, esa será la constante de mi Ejecutivo. En esos apuntes sobre el primer día me faltaron los deberes, que en la Universidad también los hay.

La verdad es que a esta institución todo el mundo le impone tareas: tiene que enseñar esto y aquello y de esta manera, tiene que ubicarse aquí o allá, tiene que ofrecer exactamente lo que necesitan tales empresas, etcétera. Así convertimos la autonomía universitaria en un principio que se manosea más que se practica. Espero hacerlo al revés: respetar la autonomía universitaria más que nombrarla. Así, respecto a las titulaciones, el gobierno confía en que la Universidad planteará siempre propuestas meditadas, consensuadas y técnica y financieramente viables. A partir de ese momento, no antes, la palabra le corresponderá al Ejecutivo. Ahora, puestos a opinar, creo que antes que nada la Universidad debe captar, retener y aprovechar su talento, que es mucho. Aquí contamos con investigadores de renombre mundial que hemos de cuidar como un patrimonio colectivo, auténticas joyas de la corona. Cuando celebramos la inclusión entre las 500 mejores del mundo en el ranking de Shanghái, una buena noticia para esta institución y para toda Asturias, es de justicia reconocer públicamente su aportación.

Demos luz a nuestro potencial investigador, con índices de impacto especialmente elevados en áreas que nos permiten sobresalir internacionalmente. A este propósito, hemos de aumentar el número de proyectos europeos, porque es en Europa y en la colaboración público-privada donde tenemos que captar más fondos. Ese es uno de los retos: elevar el porcentaje de éxito en las convocatorias europeas. Pero yo no vengo aquí tanto a decirles qué creo que deberían hacer como a explicarles qué pretende mi gobierno. Como ocurre con la caridad, los deberes bien entendidos empiezan por uno mismo. 

El Gobierno de Asturias quiere asegurar la estabilidad financiera de la academia a partir del acuerdo alcanzado la pasada legislatura. Recordemos que ese entendimiento, por el que el Principado destina más de 530 millones a la Universidad en cuatro años,  incluye un plan de inversiones hasta 2021 que permite actuar y decidir con cierta previsión. Es un buen punto de partida. También pretendemos seguir favoreciendo el acceso. A veces se escuchan discursos que parecen ecos del pasado, cuando los estudios superiores eran  un escalón social reservado para quienes tenían recursos suficientes para pagarse el peldaño. Al contrario, mi gobierno continuará facilitando el derecho a la educación de todas las familias con independencia de su nivel de renta. Este curso se ha asumido una rebaja del 25% en las tasas de primera matrícula, una medida tangible, comprensible para cualquiera. Sigo con la lista de tareas. Me acompaña en este acto el consejero de Ciencia, Innovación y Universidad. Borja Sánchez, otro ex alumno de esta Universidad. No le menciono para hacer su presentación pública, sino para subrayar la importancia del departamento que dirige. ¿Garantiza, por el mero hecho de existir, que se alcanzarán todos los objetivos? No, pero pone de manifiesto la decidida apuesta por la Universidad y la ciencia del Gobierno de Asturias. Antes prometí una política de colaboración continua y leal. La ratifico. En verdad, ambiciono algo más que colaborar: les propongo que nos fijemos metas comunes, que la Universidad y el Gobierno vayamos de la mano para impulsar Asturias a la vanguardia del conocimiento.  Llamémosle pacto por el talento o como queramos nombrarlo, pero trabajemos juntos, con las puertas francas a la iniciativa privada, para situar al Principado en la primera línea del avance científico. No cito al empresariado de refilón. Saben que nos hemos comprometido a subir la inversión en I+D+i hasta alcanzar el 2% del PIB, un objetivo en el que trabajaremos de forma progresiva. Ahora, tengamos claro que el aumento de los fondos  públicos no será suficiente.  También necesitamos más inversión privada y, al tiempo, una relación permeable, propiciar la ósmosis entre investigación y empresa. Asumamos que destinar dinero a la ciencia no es un lujo, sino una inversión de futuro, clave para nuestra economía y nuestro bienestar. Para ponerlo de relieve añado otra reflexión, relacionada con el desarrollo científico y tecnológico.

Todos hemos oído hablar de la tecnología 5 G, la nueva etapa en la evolución acelerada de las tecnologías de la comunicación que actuará como un potente catalizador de  flujos informativos con repercusiones notables en el mercado laboral. Con su implantación, en cuestión de muy poco tiempo habrá ocupaciones que languidecerán y aparecerán otras nuevas. Como ante muchas otras cosas, la resistencia carece de sentido. Aspiramos, al contrario, a que la Universidad de Oviedo lidere el acceso de nuestros jóvenes a los nuevos empleos que vendrán de la mano de ese salto tecnológico. Quedarnos fuera de esa transformación sí que sería un auténtico derroche. Propiciar esa vinculación porosa de iniciativa privada e investigación será un objetivo de la Ley de la Ciencia que propondrá la consejería, a mi juicio uno de los desafíos de la legislatura.

El texto será consensuado con todos los actores y perseguirá fines como la participación de nuestros investigadores en empresas emergentes con base tecnológica (start-ups)  o garantizar la ausencia de años en blanco en el Plan de Ciencia, Tecnología e Innovación. Sólo una ley puede consolidar un marco homogéneo, eficiente y estable que ayude a superar las barreras a la transferencia de conocimiento que aún persisten. También nos proponemos reducir la burocracia, una de las demandas compartidas por los investigadores. Hemos comenzado con la elaboración de unas bases comunes para las ayudas a I+D+i, que pueden servir de punto de partida para ordenar un calendario que permita planificar la carrera investigadora y que los grupos sepan cuándo tienen que presentar sus proyectos y cuáles son los plazos de resolución. 

Para ser un primer día, creo que ya vamos cargados de notas, puede que en exceso. Me permito añadir, para ir terminando, los importantes cambios previstos en el real decreto ley de medidas urgentes en el ámbito de la ciencia, la tecnología y la universidad elaborado por el Gobierno de España. Hay dos de especial relevancia: la contratación ágil y estable en universidades y centros de investigación y el fomento de la igualdad de oportunidades entre investigadores, de modo que quienes se encuentren en situaciones de maternidad o paternidad, así como de incapacidad temporal, no se vean perjudicados. 

Aclaro, no obstante,  que no tengo una visión reduccionista de la Universidad. La apuesta por la ciencia y la tecnología es compatible - debe serlo, lo digo como imperativo- con las ciencias sociales y las humanidades. Permitan que un ex estudiante de Derecho reivindique hoy su vigencia y su protagonismo, que proclame su convencimiento de que son imprescindibles para la comprensión de la sociedad y la reflexión sobre nuestro papel en el mundo. Permitan que lo haga precisamente aquí, en la biblioteca universitaria, con sus 250 años de historia, ante todo el saber acumulado en sus anaqueles. 

Y permítanme que, en este preciso instante, me reivindique con orgullo como alumno del profesor Tolivar Alas. Siempre es un placer escucharle y aprender de él. Así ha sido con esta lección inaugural que combina de forma tan precisa el análisis de la interrelación entre Universidad y Política y como las buenas enseñanzas, nos hace comprender. Volver a escucharle aquí, en la Universidad de Oviedo, me hace retrotraerme veinte años atrás y sentir que los recuerdos adquieren cierto punto de nostalgia: nostalgia de las clases, nostalgia de mis amigos, nostalgia de los profesores. Por ello, recordando, quiero expresar públicamente mi admiración por su magisterio. Gracias por enseñarme tanto querido profesor.

De corazón, gracias. Y ahora concluyo. En 1959, un asturiano, Severo Ochoa, recibió el Premio Nobel por sus trabajos, desarrollados básicamente en Estados Unidos. Cuando se cumplen 60 años de aquella distinción, el tiempo nos sirve una buena excusa para imaginar si hoy sería posible que un científico encontrase en Asturias las condiciones necesarias para realizar una investigación de élite mundial. Pensemos si estamos cerca o lejos de esa realidad, si está sucediendo ya o si hacemos todo lo posible para que ocurra y, además, se sepa. Que cada cual eche sus propias cuentas.

Desde luego, el Gobierno de Asturias, y en primer lugar este Presidente, nunca va a cerrar las puertas a ese objetivo, a que la Universidad de Oviedo se sitúe en la excelencia del conocimiento. 

Dejar un comentario

captcha