Madrid distingue a "Antoñete" con la Gran Cruz del Dos de Mayo

Madrid distingue a "Antoñete" con la Gran Cruz del Dos de Mayo

Con este galardón, el Ejecutivo regional reconoce la contribución del torero a la cultura madrileña

 

“Antoñete” es uno de los espadas referentes del pasado siglo, especialmente en Las Ventas

Madrid.- La presidenta regional, Esperanza Aguirre, entregó hoy a la viuda de Antonio Chenel, “Antoñete”, la Gran Cruz de la Orden del Dos de Mayo que la Comunidad de Madrid concede, a título póstumo, al torero,
fallecido este fin de semana. Con esta distinción, el Gobierno regional reconoce la contribución de “Antoñete” al mundo del toro, como uno de los matadores referentes de la segunda mitad del pasado siglo, especialmente
en Las Ventas.

 

Además, el Ejecutivo regional pone de manifiesto la gratitud y admiración de los madrileños por las aportaciones y trayectoria de “Antoñete” a la cultura madrileña. “Antoñete” ya había sido distinguido con las mayores condecoraciones de la Comunidad de Madrid al recibir en 1992 la Medalla de Oro.
Desde 1949, año en el que se vistió de luces por primera vez, “Antoñete” ha tenido una larga carrera que le llevó a consagrarse como uno de los espadas más destacados del escalafón. Tras su retirada de los ruedos,
“Antonete” siguió vinculado al mundo del toreo.
Aguirre, que se desplazó a la capilla ardiente para dar el último adiós al torero en la Plaza de las Ventas, calificó a “Antoñete” como un torero “valiente y artista”, al que han admirado “muchísimo todos”, por lo que su
muerte es “una grandísima pena para todos los aficionados y los no aficionados”.

Una vida dedicada al mundo del toro

 

El diestro, nacido en Madrid el 24 de junio de 1932, se inició en el mundo
del toreo a finales de los años 40 en capeas y becerradas, mientras que el 5
de junio de 1952 se presentó con una novillada en Las Ventas.
Tomó la alternativa el 8 de marzo de 1953 en Castellón de la Plana, con
Julio Aparicio como padrino y Pedro Martínez, Pedrés, como testigo. Su
confirmación llegó dos meses después, el 13 de mayo de la mano de Rafael
de Ortega. Permaneció inactivo entre 1959 y 1962 y en 1963 volvió a vestir
de luces, pero solo en siete ocasiones.

 

En 1965 vivió alguno de sus grandes momentos como torero, como
cuando cortó dos orejas en el coso de Las Ventas y salió por la Puerta
Grande. En 1966 fue premiado con la Oreja de Oro y pasó a la historia del
toreo tras una antológica corrida en la Feria de San Isidro de Madrid, en la
que dio 70 muletazos a Atrevido y un toro ensabanado de Osborne.
Se alejó de los ruedos de forma definitiva en 1992, aunque siguió
laboralmente vinculado al mundo del toro.


Dejar un comentario

captcha