La situación climática lanza bramidos cada vez más angustiosos y, ante esa realidad, no es necesario que se cumpla la revelación de la Biblia. El libro sagrado señala que debido a las hostilidades de los hombres negando la potestad de Jehová - (Salmo 2:2) -, la batalla de Armagedón acabará con la desobediencia de toda la raza humana.
Diversos organismos señalan que disponemos hasta el año 2030 – apenas una década - para evitar un siniestro climático pavoroso.
Los estudiosos del tema consideran que el calentamiento del planeta es consecuencia de las emisiones de gases responsables del efecto invernadero.
Las regiones septentrionales de Canadá, Siberia y Groenlandia han padecido el último verano con las más altas temperaturas del siglo. A su vez, los desprendimientos de bloques de hielo en la Antártida son alarmantes. Un experto de la actual situación climática decía la pasada semana: “Calor, fuego y deshielo, son las palabras que marcan la grave situación de ahora mismo en el planeta”. Y a razón de lo que está sucediendo no le falta conocimiento.
Para evitar el aumento de la temperatura, las emisiones de carbono en todo el mundo deben reducirse casi a la mitad, sin demora. Los científicos señalan que técnicamente es posible, pero requeriría amplios esfuerzos en las áreas de energía, industria, transporte y otros campos de consumo masivo no biodegradable. Al decir de versados, la sequía y el deshielo de los glaciares dejarán sin agua dulce a más de 1.000 millones de personas, mientras en otras regiones se sufrirán fuertes trombas de agua e inundaciones.
La variedad atmosférica siempre ha existido, pero nunca en la dramática y continua forma actual. A esto se le deben añadir los informes de expertos que trabajan en las Naciones Unidas y que son apocalípticos. En sus páginas se lee: “Entre el 20 y el 30 por ciento de las especies animales y vegetales del planeta se extinguirá irremediablemente si el calentamiento planetario prosigue al ritmo actual.”
Hace años que se les pide a los gobiernos una reducción drástica del C02 - dióxido de carbono - a la atmósfera; prohibir la exportación de los residuos tóxicos y de las tecnologías contaminantes; abordar las causas reales de la destrucción de los bosques; vedar las pruebas atómicas y establecer el abandono progresivo de la energía nuclear si no es controlada.
Al ser la humanidad pródiga en esperanzas al momento de hacer emerger fibras de persistencia ante el peligro que acecha, esperemos que esta situación que crece pueda ser manejada con responsabilidad por el conjunto de naciones, al ser un problema de consecuencias planetarias.
La contaminación del óxido carbónico, el deshielo de los polos, las sequías prolongadas o inmensas inundaciones catastróficas, nos deben recordar la inaplazable necesidad de no desoír el llamado lastimero de Gea, nuestra madre Tierra: ¡Salvarme!