Ilusiones para una crisis

Ilusiones para una crisis

Por Manuel García Linares.-Masas de gentes en la calle, en los bares en las terrazas, muchas, muchisimas personas jovenes ilusionadas, vistiendo y blandiendo al aire camisetas y banderas con los colores de la selección española, hambrientos de vida y de esperanza, tratando de salir  del tedio al que llevamos sometidos demasiado tiempo. Es la hora del triunfo, es la hora de España, es la hora de gritar que necesitamos lideres con imaginación para un nuevo futuro, fuera de las envidias, de las miserias y de las revoluciones bananeras. El triunfo de la “roja”, ha sido como una bocanada de aire fresco.

                        Llevamos unos días viviendo una gran eclosión de emociones gracias al tesón de una serie de deportistas que, estando en diferentes competiciones, tienen un símbolo común, la bandera de la nación que representan y el orgullo de escuchar su himno, sin prescindir por ello de los símbolos de su comunidad, es mas, diríase que fortaleciéndolos; este pueblo, adormecido y angustiado por las noticias que, día tras día, nos van atormentando estaba entre asustado y  anestesiado como queriendo huir de esas situaciones para las cuales no se encuentran salidas, crisis y mas crisis, aumento de las deudas, impagados y primas de riesgo, rescates que no se saben de donde salen y hasta donde llegan, reuniones de grandes gerifaltes que por resultado nos dan mas dudas que  solución a los problemas; la sociedad está perdida, sin ilusiones ni esperanzas, el días de mañana nos traerá un despertar aún mas gris que el de la mañana anterior, pero frente a estas angustias un grupo de deportistas se erigen en caballeros andantes que hacen renacer en nosotros la esperanza de una luz al final del túnel.

                        Confieso que no soy un gran amante del deporte pero siempre he estado convencido que la práctica del mismo beneficiaría a la juventud aportándole un fuerte sentido de solidaria convivencia y sana rivalidad con afán de competencia y superación, aun recuerdo, con sana añoranza, aquella, no lejana fecha, en que los equipos de los pueblos defendían, entre si, orgullosamente los colores de sus camisetas para obtener unos trofeos, sin mas valor que que el del honor del triunfo; me gustaban los bolos cuando los equipos se formaban en las tabernas para desafiarse compitiendo por un lacón cocido con unas berzas o de unos choscos y butietsos con cachelos, pero todo esto se ha ido transformando por un vulgar materialismo enterrando la ilusión y abandonando los terrenos, que con gran sacrificio habían logrado los vecinos sin las especulativas ayudas municipales, condicionadas a las corruptas manipulaciones de los votos con las que se nos lleva a una ruina mas espiritual y desilusionante que material mientras algunos políticos, sin escrúpulos, con gran desprecio hacia los valores y los símbolos utilizan sus cargos para beneficios personales sin importarles ni el futuro de sus pueblos ni el de sus propias familias.

                        Hace unos días fue Nadal, que con lágrimas en sus ojos, sin dejar de ser mallorquín izaba la bandera de España mientras escuchaba, con orgullo y respeto, el himno nacional, en otras ocasiones fue Gassol, un catalán universal, la selección española paralizó, en su ultimo partido contra Francia a toda la población aportando un inusitado orgullo patrio de pueblo bajo una bandera que ha despertado las esperanzas en unos momentos delicados en donde la mediocridad se viste, con frecuencia, de progresía estúpida bajo nuevas doctrinas dictadas falsos profetas con afanes totalitarios disfrazados de demócratas, recientemente ha sido  Fernando Alonso, nuestro Alonso, por quien nadie apostaba en la ultima carrera con el número once en la parrilla de salida pero poco a poco se fue tragando a sus rivales, uno tras otro para situarse a la cabeza de la carrera siendo la llegada a la meta, lo mas emocionante; se envuelve en la bandera, al igual que lo había hecho hace unos días Nadal y con lagrimas en los ojos hace unas declaraciones en las que se une a la “roja” dándole su apoyo, diciendo que no podía ser menos, orgullo de ser español, con lo cual engrandece su asturianía. Ahora, otro asturiano, Mata, colabora al emocionante triunfo de la tercera copa.

                        El pueblo ha vibrado con emoción blandiendo la bandera roja-igualda, como símbolo de una nación, una bandera, quizás la mas antigua de Europa y que en la primera república, lució el escudo almenado, sin alterar para nada los colores. Las banderas no son nada si no representan a los ciudadanos y ya va siendo hora que nos demos cuenta que el pueblo, dispone de una bandera de la que es su legítimo propietario, que no es de ningún partido político y esto lo ha puesto en evidencia la Selección Nacional, aportando ilusión, con su triunfo, a un pueblo que necesita despertar y sentir, permanentemente, el orgullo de nación sin dejar por ello de asentarse en las raíces de su, accidental, lugar de nacimiento. Hay que regenerar la sociedad, sustituyendo a los politicos por deportistas...y evitar pesebres y corruptelas.

                                 

                       

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