La vela del aniversario de Foro se ha encendido entre toques
de campana. Pero ha faltado la tarta presupuestaria donde ponerla. Porque
Foro no ha sido capaz de llegar a acuerdos con ningún grupo político para
ello. ¿Por falta de voluntad, por incapacidad, por empecinamiento de los
demás? En todo caso, el grupo de don Francisco no parece haber hecho lo
suficiente para poner muy difícil el voto negativo a los restantes partidos.
Desde su conformación a principios de 2011 hasta las
elecciones generales de noviembre la trayectoria de Foro había sido
meteórica y exitosa: dieciséis escaños en el Parlamentu en tan escaso
tiempo, el Gobierno de Asturies, una ola de simpatía que iba más allá de
sus resultados electorales, un buen número de concejales, algunas alcaldías
—una de ellas tan destacada como la de Xixón—, la incorporación de un grupo
de personas nuevas en la política, su triunfo notabilísimo sobre su matriz
principal, el PP, cuando este iba al alza en toda España, constituyen un
éxito con difícil parangón. Ese triunfo en las elecciones de mayo abrió una
nueva situación en la política asturiana: a partir de ahí dos fuerzas
políticas, PP y Foro, compiten básicamente por el mismo electorado, por lo
que el objetivo primordial de ambas no puede ser otro —así es la fuerza de
las cosas— que el de secar por completo las fuentes de su rival. Ese
panorama, por cierto, no estuvo en las expectativas de la mayoría de los
votantes de Foro, cuyo objetivo al acercarse a las urnas no era el de
partir en dos a «su» fuerza política, sino, simplemente, castigar a sus
dirigentes y dirimir la dirección del PP en Asturias, como si la pugna
entre las dos candidaturas hubiese consistido simplemente en un concurso
sin más trascendencia, y con la seguridad de que, después, ambas facciones
«se arreglarían».
En medio de los laureles, la posición de Foro tenía, sin
embargo, serios problemas estructurales y de coyuntura: el primero, el
hallarse en minoría en todas las instituciones, lo que los obligaba a
llegar a acuerdos, fundamentalmente con su principal rival, el PP. No era
tampoco cuestión menor la inexistencia de un discurso propio distinguible
de su matriz social y discursiva, salvo en la fuerte impronta identitaria
que le confiere la personalidad de Cascos. La inexperiencia de una parte
importante de su militancia y cargos y la ausencia de la tradición y la
cohesión que proporciona el tiempo a los grupos humanos formaba también
parte de sus carencias.
Con todo, las cosas les iban razonablemente bien, se
encontraban en un momento dulce ante la opinión y parecía que su curso
podría seguir siendo ascendente. Sin embargo, en noviembre Foro cometió dos
errores (de esos que en la tragedia griega serían achacados a la hybris):
el primero sobrevalorar sus expectativas y anunciar que sus resultados
electorales en las generales serían mucho mejores de lo que fueron; el
segundo, presentarse en Madrid, lo que, al enajenarle las simpatías de la
derecha no marianista, tendrá consecuencias en el futuro. Sobre ello,
además, y al margen de la razón que los asista, han gestionado mal el
asunto del Niemeyer y de forma inaceptable los créditos de la RTPA. Ello,
probablemente, habrá quebrado parte de la confianza que en la formación
casquista seguía teniendo una parte de sus votantes.
Pero, sobre todo, es de suponer que ese limitado fracaso
electoral en las generales (magnificado por su propio discurso, reitero),
la quiebra de la esperanza en seguir la línea de progreso ascendente, habrá
supuesto para don Francisco la obligación de revisar su estrategia, que,
tuviese los objetivos inmediatos que tuviese (aprobación de los
presupuestos sin hacer concesiones, hipotética convocatoria electoral, tal
vez), pasaba por seguir apretando el dogal del PP y acelerando ese apretón,
sin daño para su propia formación. Esa estrategia ya no tiene hoy, sin
embargo, un éxito tan claramente asegurado.
Y con esas posiciones en el tablero, los asturianos nos
hemos quedado con una prórroga presupuestaria, que no impide gobernar, pero
limita las inversiones institucionales, ralentiza la administración,
desanima la inversión y tiene efectos negativos sobre el empleo.
Todo ello, además, tiene mala solución, por cuanto, como
hemos dicho, PP y Foro son rivales enconados y, de otro lado, es imposible
que PP y PSOE lleguen a acuerdos, digan lo que digan los hombres de la
formación casquista.
¿Seguiremos en prórroga toda la legislatura? ¿Habrá anticipo
electoral? ¿Se limitará el Gobierno a gestionar la prórroga presupuestaria
negociando leyes de ampliación o modificación parciales? Yo creo que ni el
principal actor lo sabe en estos momentos, y que el sentido de la evolución
lo irán dictando los sondeos de opinión o aquello que se olfatee o se crea
olfatear en el aire.
En todo caso, mi previsión es que el Gobierno volverá a
presentar los presupuestos una vez que el del Estado establezca el marco
general económico y concrete los suyos para 2012. Si esas cuentas van a
venir a la Xunta con la intención real de ser acordadas o si lo harán
únicamente con la de ser una cibiella con que se sacudan unos a otros, lo
veremos. Y ello nos dirá cuál será el próximo futuro.
NB. Si algún grupo del Gobierno o de la oposición desea
saber cómo responder con patriotismo (o, menos dramáticamente, «con
responsabilidad») ante una situación de marasmo presupuestario, pueden
encontrar en la historia reciente ejemplos del modo de llegar a acuerdos
entre fuerzas muy alejadas. Si lo necesitan, quien esto firma podría
facilitarles alguna información.