Aunque la crisis económica mundial cumplirá cuatro años que fue anunciada, los malos augurios sobre su comportamiento minan las esperanzas de que este año 2012 pudiera producirse un respiro en los miles de millones de habitantes del planeta, que cada fin de año renuevan sus planes y aspiraciones.
Las noticias aparecidas en los despachos de prensa en todo el mundo, y recogidos por los medios locales, no apuntan hacia otra dirección de que, en términos económicos, el mundo se tambalea, da traspiés y amenaza con caerse.
El Banco Mundial, primero, y luego su par, el Fondo Monetario Internacional, acaban de hacer advertencias a los líderes políticos de que la situación este año no será fácil para las grandes economías ante una eventual contracción, mientras las naciones emergentes, cuyo desempeño ha sido catalogado de aceptable, sufrirán un frenazo en su crecimiento.
Mientras en nuestras economías el pronóstico de crecimiento promedio se reduce del 6.2 por ciento estimado al principio al 5.4 por ciento del Producto Interno Bruto, en los países desarrollados se estima que bajará de 2.7 por ciento a 1.4 por ciento, si es que la situación no empeora y si se impone el punto de vista de países acreedores que han pretendido resguardar sus intereses por encima del anhelo mundial de salir de este interminable túnel oscuro.
En su pronóstico "Perspectivas Económicas Globales", el Banco Mundial es más pesimista cuando dice: "El crecimiento mundial podría salir perjudicado con una recesión en Europa y la desaceleración en Brasil, India y otras naciones en vías de desarrollo".
Cuando el Banco Mundial (BM), una entidad focalizada en financiar el desarrollo, emite una advertencia como esta última, añadido al consejo premonitorio de que si los países europeos no encuentran cómo recaudar fondos en los mercados financieros para manejar su iliquidez el panorama tiende a empeorar, es porque ese organismo tiene evidencias serias del deterioro.
Casi concomitantemente con las declaraciones sombrías que respecto del futuro de la economía hizo el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, por boca de su directora gerente, Christine Lagarde, ha dicho que ese organismo financiero urge de 500 mil millones de dólares, de los cuales una buena parte está comprometida para colocarle un respirador artificial a los países con problemas en la Eurozona, especialmente Grecia, Portugal e Irlanda.
Aunque se había filtrado la información de que se trataba de mil billones de dólares la necesidad inmediata del FMI, su directora ejecutiva se adelantó a precisar el dato de 500 mil millones, pues la sola mención de esa primera cifra provocó una repentina caída de las bolsas europeas.
De los recursos que dice necesitar el FMI, hay una cantidad cercana a los 700 billones de dólares que no se sabe de dónde sacarlos, pues Estados Unidos se niega, a pie juntillas, a proveer esos recursos. La incertidumbre se torna mayor porque la deuda soberana europea podría degenerar en bancarrota para las economías como la griega, que necesita oxígeno en abundancia y con celeridad.
Que no se busquen soluciones inteligentes y creativas a la deuda soberana de la Eurozona sería lo peor, pues el virus de la bancarrota de esas naciones se podría esparcir. Se sabe de las dificultades que afronta España con las súper deudas de las comunidades autonómicas a proveedores y la enorme tasa de desempleo, en tanto que el ministro de Economía adelanta una eventual caída del PIB para este año.
Mientras el tecnócrata italiano Mario Monti lucha con un puñado de reformas económicas contra los vientos huracanados y los tsunamis económicos heredados de la administración Berlusconi en Italia, Alemania se desenvuelve entre cobrar a sus deudores a cualquier precio, y el debate suscitado en torno al sobre coste que tiene para el consumidor la energía solar y la necesidad de recortar las primas por ser demasiado costosas para los usuarios, en un reglón que esa nación, España, Reino Unido y Francia han definido como estratégica la sustitución de energía convencional o nuclear por la renovable.
La advertencia del Banco Mundial de que el asomo de crisis de 2012 pudiera ser peor que la registrada en el 2008, no es para tomárselo a chiste, ni pensar que el autor pertenece a la escuela pesimista de la historia.
De momento, la incertidumbre está centrada en el hecho de no saber de dónde saldrán los recursos que dice necesitar el FMI para hacer frente a las necesidades de los países de Europa. Se recuerda que una crisis similar se produjo en esa región, en 1947, poco después de la Segunda Guerra Mundial cuando Grecia necesitó del oxígeno norteamericano para capear la situación heredada por los efectos de la guerra.
Se recuerda que el presidente Harry S. Truman acudió al Congreso por 400 millones de dólares para Grecia y, en una actitud inteligente, anunció poco después el Plan Marshall, un ambicioso programa de apoyo para la reconstrucción de los países europeos después de la segunda conflagración bélica.
Con Estados Unidos renuente y sin posibilidad de proveer fondos, ¿qué hará la Unión Europea para que su crisis de deuda soberana no termine de llevarnos a una situación similar o peor a la de 2008, de modo que termine esta agonía?
*Director OIP Presidencia R. Dominicana