“No hay ciencia aplicada si no hay ciencia que aplicar”.
Bernardo Houssay, Premio Nobel de Medicina, 1947.
-Se ha deslocalizado exclusivamente la producción. Además, después –en algunos casos muy relevantes- se venden insolidariamente los productos a través de paraísos fiscales.
-No se ha conseguido disponer, en la eurozona, de fondos para obras públicas ni de incentivos para las empresas, sobre todo las PYMES, cuando en el Reino Unido se han “emitido” 75.000 millones de libras esterlinas y 300.000 millones de dólares en los Estados Unidos, donde, por cierto, ya se ha iniciado un claro y sostenido “repunte” en crecimiento y empleo. El euro quiere mantenerse sólo a base de recortes y de reducir el déficit rápidamente, atendiendo exquisitamente a los mismos que, en buena medida, son responsables de la grave crisis sistémica que sufre occidente.
-Y en España, la más apremiada para crecer y crear empleo, porque fue donde el disparate de la “burbuja” inmobiliaria alcanzó mayor volumen y tuvo mayor impacto, se adopta la infausta decisión de recortar los créditos para la I+D+i. En los últimos años, hasta 2008, se había realizado un esfuerzo apreciable tanto en España como en Europa, donde se consiguió destinar importantes fondos adicionales -1.500 millones de euros al año- para la investigación básica a través del ERC (European Research Council) que, desde enero de 2007, fecha en que se inició el séptimo Programa Marco, ha representado un impulso considerable a la aún rezagada ciencia europea. Tuve el honor de presidir el grupo (ERCEG) que, representando a la comunidad científica europea, presentó el proyecto al Euro-parlamento y logró la unánime aprobación por el mismo y por la Comisión.
Por ello lamento especialmente la inesperada medida de reducción adoptada, al tiempo que se da un tratamiento estrictamente económico a la investigación científica, en virtud de su adscripción ministerial, incluyendo a los centros universitarios y del CSIC, mixtos, parques científicos y tecnológicos… , algunos de ellos excelentes tanto a escala europea como mundial, en un ámbito y función que no les corresponde. Son semilleros de emprendedores, imprescindibles para el crecimiento y el progreso, pero debe quedar muy claro que, como se indica en la frase que inicia estos comentarios, “no hay aplicaciones de la ciencia si no hay ciencia que aplicar”. Es la producción de nuevos conocimientos lo que importa. Y, de todos los éxodos imaginables, el que tiene un impacto más negativo en la vida de las naciones es el del talento.
Creo que sería muy conveniente y urgente que un grupo de parlamentarios relacionados con esta importantísima cuestión visitaran algunos de las instituciones de mayor relieve en I+D+i. ¿Conocen, por ejemplo, el campus de la Universidad Autónoma de Madrid o de la Universidad Politécnica de Catalunya, o el Parque de Salud de la Universidad de Granada o al Parque Tecnológico de Andalucía de Málaga? ¿Han visitado el CNIO o el Centro de Regulación Genómica de Barcelona? Son sólo, quiero dejarlo muy claro, algunos de los muchos ejemplos que conviene conocer antes de manifestar opiniones y tomar decisiones, con frecuencia indebidas e injustas, sobre la ciencia en España.
En resumen, el anuncio de la reducción en I+D+i en España debería corregirse rápidamente. Háganlo.
De otro modo, los horizontes serán todavía más sombríos.