En la historia siempre ha habido injusticias y justicieros que, con la ley por delante, se ha llevado consigo el honor y el respeto de personas cuyos delitos han sido ser tontos o faltos de moral.
Francisco Camps, vive de un tiempo a esta parte, lo que posiblemente sean los momentos más duros de su carrera. El juicio mediático al que se está viendo sometido, está poniendo de manifiesto la caza de brujas y la inocentada sadomasoquista que, por parte de una justicia politizada, ponen en duda la legalidad y el derroche mediático para unos pocos.
Esto es así, puesto que, desde hace ya un tiempo, no se mide con el mismo rasero a unas personas u otras y que, personalmente, creo que es un error magistral ya que no beneficia al conjunto de la sociedad española.
Digo esto porque, si al señor Camps no se le ha imputado en el juicio del caso Gürtel, el juicio por cohecho pasivo por el regalo de tres trajes de una valía que ha ido cayendo como si del Ibex se tratase, es excesivo y demasiado caro, económica y moralmente. Las cifras lo dejan todo muy claro, un sumario de 19.000 folios, 56 tomos de instrucción judicial, dos años y medio de investigación de la Brigada Antiblanqueo y de Anticorrupción, cuatro tribunales diferentes, más de cien recursos resueltos y dos semanas para un juicio en el que está previsto que declaren un centenar de personas entre imputados, testigos y peritos.
No es posible que al ex presidente de la Comunidad Valenciana se le esté juzgando con un jurado popular ya que, siendo una figura política, las personas podemos tener prejuicios muy peligrosos a la hora de declarar a un acusado culpable o inocente.
Menos normal es que, la fiscalía se vea procurada de un jurado en el que, como mínimo, los métodos de selección han sido cuestionables. Se les hicieron preguntas como “¿están en contra o a favor del aborto?”. A mi modo de ver, se está segmentando al jurado por identificación política con lo que conlleva todo esto.
Es bochornoso que el Juez no deje sentarse a Camps, en calidad de abogado, con sus representantes legales, pero a otros señores más afines a él, si se lo permita, los favoritismos para las cuñadas y suegras por favor.
No confundan mis palabras, quiero que se le juzgue si se cree que ha cometido algún delito, pero, ¿no creen que es demasiado un juicio retransmitido por televisión y tan mediático para un delito que sólo puede tener una multa económica?
Lo mismo me ocurre con el juicio que se está llevando a cabo hacia el juez Garzón. En mi opinión, que es muy humilde, el juicio por cobros que pudo percibir por la organización de dos cursos en la Universidad de Nueva York entre 2005 y 2006, no tiene envergadura y se cala por todos los dados.
Si el Banco no pagó directamente al juez ni un euro de los patrocinios para los cursos de Nueva York, no se le puede acusar de prevaricar. Es cierto que sin esos patrocinios hubiese sido difícil llevar a buen puerto la ejecución del trabajo por el que fue contratado Garzón y que se le debería haber reprobado de los juicios contra el mecenas de los cursos. Pero esto es una cuestión moral, y como tal, debería presentar su dimisión, pero nada más.
En ningún caso creo que pueda tener una repercusión legal y por lo tanto creo que el juicio es una pantomima. Aún así, a Baltasar Garzón le queda mucho que pasar y muy poco con lo que defenderse de los juicios aún pendientes.
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