Hace cinco años iniciamos un proyecto humanista de gobierno con un objetivo muy claro: transformar a México en un país más seguro, más justo y más próspero.
En el camino para construir ese México encontramos grandes retos. En particular, uno de los mayores desafíos que nos ha tocado vivir es el de la inseguridad y la amenaza del crimen sobre nuestra sociedad.
La primera obligación de un gobierno es garantizar la seguridad y los derechos de los ciudadanos. Para lograrlo, hemos puesto en marcha una estrategia de seguridad integral que tiene tres componentes básicos: uno, combatir y someter a los criminales, con toda firmeza, con la fuerza de la legalidad y en estricto apego a los derechos humanos; dos, fortalecer las instituciones encargadas de la seguridad y la justicia; y tres, reconstruir el tejido social.
Reconstruir el tejido social es igualar oportunidades en educación, salud, empleo y en todos los ámbitos para que los mexicanos puedan salir adelante con su propio esfuerzo. También significa recuperar los lazos de solidaridad y de unión que nos caracterizan.
En estos cinco años hemos trabajado con mano firme y determinación para construir el México que queremos, y hoy podemos afirmar que en salud, educación, vivienda, atención a las mujeres y a los pueblos indígenas, México es una nación más justa de lo que era hace cinco años. Una sociedad más justa no es sólo una sociedad más unida y solidaria, es también una sociedad más segura, porque reconstruir el tejido social nos permite cerrar el paso a la violencia.
En estos cinco años, hemos sembrado la semilla del México seguro y, en el futuro, cuando crezca ese árbol, su sombra será la garantía de un México fuerte, que aspiramos tengan los mexicanos por venir.
Iniciamos ya nuestro último año de gobierno y seguiremos hasta el último día trabajando sin descanso y con una esperanza siempre renovada por ese México de todos.
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