Desconocido occidente

Hacía tiempo que no iba por el occidente de Asturias, esa Asturias irredenta de la que solo los que vivimos en la zona central nos acordamos para ir de fiesta, sea la vaqueirada, San Timoteó en Tineo o a comer unas excelentes verdinas a Casa Consuelo en Otur, en donde Alvaro, Ramón y sus familias continúan manteniendo en alto -no les hace falta estrellas Michelín- la mejor restauración de Asturias combinada con un sentido de lo artístico que les ha llevado ya desde hace años a patrocinar uno de los mejores concursos de pintura del noroeste español. Apenas se trabaja en los inacabados tramos de la autovía del Cantábrico y todos hablan, ya desde los tiempos de Pedro de Silva como presidente del Principado, prometiendo el oro y el moro para potenciar las alas asturianas pero, la verdad, es que la zona central de Asturias, la conocida como el “ocho asturiano” con sus casi 700.000 habitantes, tira mucho y absorbe la mayoría de los recursos de las distintos administraciones.

En Valdés está afiliado como militante de base de Foro Asturias el presidente del Principado Francisco Alvarez-Cascos que es la tierra de sus antepasados y encima logró que en el ayuntamiento gobierne aunque en minoría FAC con José Modesto Vallejo al frente. Tengo pendiente una visita al jardín botánico privado probablemente más importante de España que es propiedad de uno de los fundadores de Panrico José Rivera y que hace 20 años puso en marcha esa magnífica instalación donde fuentes y esculturas acompañan a más de 500 especies vegetales, jardín visitado por cientos de personas a lo largo del año y que lleva camino de no desmerecer en absoluto al de Gijón de propiedad pública.

Pero sí tuve oportunidad de conocer en la localidad de La Mata, junto a la recta de Otur, el Parque de la Vida, una iniciativa que puso en marcha hace un año Luis Laria, responsable del CEPESMA, el museo de los calamares gigantes ubicado a la entrada del puerto de Luarca. Lo del Parque de la Vida es una pasada ya que en una magnífica finca se encuentra uno no solo con más de 200 animales de razas variopintas, algunos de ellos recuperándose de abandonos o malos tratos, sino también con el único planetario digital que hay en Asturias, una reproducción a escala en el jardín del Apolo XI o del Spunik soviético además de varios telescopios para contemplar las constelaciones y planetas del sistema solar. Observo por el prado a varios cerdos vietnamitas campeando a su aire, patos mudos, o serpientes pitón debidamente enjauladas, por supuesto. Un loro me habla en inglés y me entero que fue llevado al Parque de la Vida en las últimas porque pertenecía a una chica cuya pareja daba malos tratos al loro, quemándole parte de su cuerpo a modo de castigo, quemaduras de las que por fortuna el pájaro ya se ha repuesto. A la entrada del Parque de la Vida un cartel informa al visitante que esta magnífica y sorpresiva instalación, a medio camino entre un zoo y el futuro, no recibe subvención pública alguna, siendo iniciativa exclusivamente privada de sus promotores. Luis Laria nació en Arriondas pero aterrizó en Luarca, atraído por su afición al mar. Su vocación era la de astronauta pero al no lograr encontrar su camino hacia las estrellas buscó donde nadar en las profundidades del Cantábrico. Luis Laria preside la Coordinadora para el Estudio y la Protección de Especies Marinas (CEPESMA) una ong que dispone de un museo en el puerto de Luarca en un edificio nuevo construido por la anterior administración del Principado aunque cuando el Cantábrico se cabrea sus aguas le producen desperfectos. Tanto el Parque de la Vida como el museo de calamares gigantes -unos cuarenta- son visitados al año por más de 30.000 personas, fundamentalmente colegios, especialmente de Galicia que les queda más a tiro que a los de nuestra zona central. Esta ong cuenta con una directiva que preside Luis Laria y unos 800 cooperantes. En estos momentos tiene exposiciones en Estados Unidos y Alemania y pronto estará en Francia. Luis Laria, persona polifacética donde las haya -regenta una cafetería en el propio puerto-, también pinta y se dispone a inaugurar exposición en Barcelona. Cuadros en los que utiliza, por cierto, chapapote soltado por el Prestigie y recogido en las costas de Valdés. Su defensa de la naturaleza es inquebrantable: “Ante me quedo sin comer que a los animales se falte“.

Y es que como a tantas otras cosas de este occidente asturiano inacabado le hace falta más y mejor prensa.



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