Y no porque ande la cartera 'floxa', que también, sino porque a cada año que pasa se acrecenta mi convicción, que ya expresé privada, pública y publicadamente en numerosas ocasiones, de que la susodicha guía, aún reconociéndole su nombradía internacional, tiene un punto de 'bluff' que en el caso de Asturias empieza a ser flagrante. En el sector lo saben, pero callan, porque siendo uno hostelero, o cocinero, si critica a una de las guías gastronómicas, todas todas lo miran mal, salvo las ciegas, ye natural. Y lo entiendo. Pero hay casos flagrantes en esta tierra, que concentra una de las tres primeras cocinas de España, así de clarito, a la par que Catalonia y Euzkadi, y en la que hay, no uno ni dos, sino posiblemente cuatro merecedores de la a mi 'huisio' sobrevalorada estrella Michelín.
Desde luego, quienes en el Principado tienen dos, como Nacho Manzano, o una, como Pedro y Marcos Morán, José Antonio Campoviejo y Miguel Loya e hijos (un abrazu, Miguel), las tienen sobradamente merecidas, y de hecho tienen galardones y distinciones más importantes profesionalmente, aunque quizá menos populares. Pero hay otros que la merecen y a los que la citada guía ignora año tras año, quizá porque cuando le dan otra estrella a Asturias catalanes y vascos exigen, a cambio tres o cuatro más (si la envidia fuese tiña taríen todos con cara de chinos).
Esta vez no voy a decir nombres de restaurantes, pero están en la mente de todos y del veedor de la guía también. Aunque, naturalmente, está en su derecho, que respeto como lo respeto a él personalmente, y lo sabe, de ejercer su labor confiando en su criterio. Sólo digo que no es el mío y, por eso, no compro la Guía Michelín.
Dicho eso, háganme el favor de ser felices y quiéranse mucho.
*Miembro fundador de la Academia de la Gastronomía de Asturias,
de la Asociación Asturiana de Sumilleres y de la
Asociación Asturiana de Periodistas y Escritores de Turismo