El periódico número uno de Asturias, y entre los 10 más importantes de España, La Nueva España, cumple este año su 75 aniversario. Comenzó a publicarse el 19 de diciembre de 1936. No me deja de ser reconfortante que tras mis 47 años de ejercer el periodismo desde Oviedo la directora de La Nueva España Angeles Rivero me haya llamado hace un mes para que colabore los jueves en sus páginas. La verdad es que para mí es como un excelente broche a lo que considero con satisfacción una ya muy larga carrera periodística, de siempre, por fortuna, ejercida en nuestra tierra. Por primera vez en su larga historia La Nueva España está dirigida por una mujer, la gijonesa Angeles Rivero, la primera mujer que ha dirigido un diario en el Principado, y que supone, creo yo, una afirmación de la presencia de la mujer en las redacciones de los periódicos que cuando yo comencé solo Merceditas Cabal Valero que escribía las crónicas de sociedad en Región y Lucía que titulaba nacional y extranjero en El Comercio ejercían tan atractiva profesión en nuestra región. Por aquel entonces el periodismo era cosa prácticamente de hombres. El destino, ese misterio que conduce nuestras vidas, hizo que mi andadura profesional fuera en Región y en La Voz de Asturias. Solo una vez, cuando era director de LNE Alfonso Calviño Castañón, estuve a punto de ser fichado por el periódico de la avenida de Calvo Sotelo pero, como le ocurrió a Cazorla con el Real Madrid, algo que desconozco se interpuso en el camino frustando la oportunidad.
Leía La Nueva España desde pequeño, primero en Brañes cuando pasaba los veranos con mis abuelos en este pueblo tras el Naranco del concejo de Oviedo, y luego en la calle de San Bernabé. Un hermano de mi madre, Manolo Fernández Muñiz, fue durante muchos años jefe de la rotativa de La Nueva España, primero cuando estaban los talleres en la calle de Asturias y luego en la avenida de Calvo Sotelo, cargo en el que se jubiló. Eran los tiempos del plomo caliente para confeccionar e imprimir un periódico. Mi tío había comenzado en Región junto con su compañero Jovino, otro gran mecánico, para ser fichado posteriormente por La Nueva España. Obviamente recuerdo en sueños al fundador del diario, así como de Radio Oviedo, Paco Arias de Velasco, cuando la guerra civil aprovechando los restos del diario socialista Avance. Recuerdo a su redactor jefe Juan Ramón Pérez de Las Clotas -muchos años después tendría una agria polémica con Juan Vega- y, por supuesto, a colegas geniales como Luis Puente, Leonardo, Juan Luis Cabal Valero, Luis Alberto Cepeda, Manuel Fernández Avello, Aquilino Iglesias Cuesta,Tosal, etc.
Con el devenir de los acontecimientos y el desarrollo de la democracia La Nueva España se privatizó pasando a manos de grupos ajenos a Asturias, lo mismo que le ocurrió a El Comercio y a La Voz de Asturias, pero manteniendo su nuevo propietario Juan Moll de Miguel a asturianos al frente de la empresa, caso de José Manuel Vaquero, Ceferino de Blas, Isidro Nicieza y la actual Angeles Rivero. Aunque ya siendo periódico del Movimiento era LNE el número uno en Asturias, algo curioso en una región siempre marcada por las izquierdas, tras su privatización la hegemonía del diario se acrecentó hasta llegar a ser, ahora en éste su 75 aniversario, uno de los principales medios de comunicación de España en una región como es la nuestra que tras Navarra y País Vasco, creo, tiene el mayor número de lectores por cada 100 habitantes del país.
Periodistas ilustres y aún en plena forma como José Vélez, Juan de Lillo, Graciano García, Nacho Artime, Diego Carcedo, Faustino F. Alvarez, Evaristo Arce, Rubén Suárez, se forjaron a las órdenes de Paco Arias de Velasco y de Juan Ramón Pérez de Las Clotas, éste último residente en Gijón y probablemente el colega más veterano en estos momentos del periódico cuya efeméride nos ocupa. La Nueva España cumple su 75 aniversario y le deseo, como a cualquier otra publicación que contribuya al pluralismo informativo, larga vida. La aparición de nuevas tecnologías, en este siglo de la comunicación que hace 11 años iniciamos, hace también ampliar al mundo mundial, sin barreras ni físicas ni ideológicas, el pulso de Asturias a través de sus medios de comunicación. La Nueva España es un buen ejemplo de ello.
