Me ha encantado la definición de los “indignados” de Ocupa Wall Street: “¡Somos el 99%!”. Los “ocupas son unos cuantos centenares, pero un creciente número de norteamericanos muestran un apoyo generalizado al movimiento”.
¿Protestas o propuestas? Como el 15-M –semilla global de los “discrepantes”- se trata de ciudadanos que, pacíficamente, reclaman cambios radicales, el restablecimiento de los principios democráticos y, sobre todo, la igual dignidad de todos los seres humanos. Todos tienen derecho a la calidad de vida.
Se trata de indignados implicados, comprometidos. A través del ciberespacio, alcanzarán éxitos muy concretos, al lograr numerosos apoyos a propuestas que, por ejemplo, requieren a las instituciones bancarias para que acrediten que no poseen fondos en paraísos fiscales porque, de otro modo, retirarían de estas instituciones “turbias” sus nóminas y ahorros… O promoverán que nadie adquiera los periódicos que, con gravísimas ofensas a la dignidad de la mujer, anuncian la prostitución de clase “preferente”… o que no consumirán los productos de firmas que, por codicia e irresponsabilidad, fabrican la mayor parte de sus productos en países de mano de obra muy barata, sin reparar en las condiciones laborales ni en el respeto mínimo de los derechos humanos.
Los "indignados" no aceptarán a los gobernantes que no defiendan la participación ciudadana, la transparencia, la salud y la educación como servicios públicos.
"Nuestros sueños no caben en sus urnas", han proclamado el sábado día 13 en sus marchas, rechazando la corrupción y exigiendo una nueva ley electoral. Está claro que este tema ya lo han ganado y que no es imaginable que se convoquen nuevas elecciones con la presente ley, porque serían cientos de miles los ciudadanos que, de forma presencial o virtual, alzarían la voz.
Los jóvenes, los marginados, los silenciosos durante siglos reclaman ahora la palabra. Démosela. Escuchemos. Podemos recorrer juntos el camino de mañana.
¿Protestas o propuestas? Como el 15-M –semilla global de los “discrepantes”- se trata de ciudadanos que, pacíficamente, reclaman cambios radicales, el restablecimiento de los principios democráticos y, sobre todo, la igual dignidad de todos los seres humanos. Todos tienen derecho a la calidad de vida.
Se trata de indignados implicados, comprometidos. A través del ciberespacio, alcanzarán éxitos muy concretos, al lograr numerosos apoyos a propuestas que, por ejemplo, requieren a las instituciones bancarias para que acrediten que no poseen fondos en paraísos fiscales porque, de otro modo, retirarían de estas instituciones “turbias” sus nóminas y ahorros… O promoverán que nadie adquiera los periódicos que, con gravísimas ofensas a la dignidad de la mujer, anuncian la prostitución de clase “preferente”… o que no consumirán los productos de firmas que, por codicia e irresponsabilidad, fabrican la mayor parte de sus productos en países de mano de obra muy barata, sin reparar en las condiciones laborales ni en el respeto mínimo de los derechos humanos.
Los "indignados" no aceptarán a los gobernantes que no defiendan la participación ciudadana, la transparencia, la salud y la educación como servicios públicos.
"Nuestros sueños no caben en sus urnas", han proclamado el sábado día 13 en sus marchas, rechazando la corrupción y exigiendo una nueva ley electoral. Está claro que este tema ya lo han ganado y que no es imaginable que se convoquen nuevas elecciones con la presente ley, porque serían cientos de miles los ciudadanos que, de forma presencial o virtual, alzarían la voz.
Los jóvenes, los marginados, los silenciosos durante siglos reclaman ahora la palabra. Démosela. Escuchemos. Podemos recorrer juntos el camino de mañana.