Informa hoy AsturiasMundial de que el presidente de El Salvador ha tenido que imponer su potestad de veto a una Ley que los principales partidos de aquél país latinoamericano querían aprobar en el Parlamento, por la que los ciudadanos votarían a los partidos políticos en lugar de a los candidatos. ¿Horrible, verdad? Evidentemente, los políticos salvadoreños han perdido todo resto de decoro y ya ni siquiera se molestan en tratar de engañar a los ciudadanos a los que pretenden robar los pocos derechos que les quedan.
Ahora bien. ¿Es eso algo lejano, propio de una nación suramericana? ¿Es algo ajeno a los españoles, a los asturianos? Ni por asomo. Los dos grandes partidos llevan ya tiempo pervirtiendo la Constitución, restringiendo los derechos cívicos y, aviso a navegantes, haciendo lo mismito que los salvadoreños.
En el reciente caso de la moción de censura de Siero, la dirección regional de uno de los dos partidos 'gordos' emitió un comunicado en el que dijo, con dos cojones, que los votos de los sierenses son del PP y del PSOE, y no de los concejales elegidos por el pueblo en lo que, de ser así, habría sido una burlesca mascarada mal llamada elección municipal. La Constitución Española, como todas las de las democracias formales del mundo, recoge claramente que son derechos de los españoles ser electores y elegibles, y consagra la representación política en la transferencia de la soberanía popular mediante el voto emitido a los candidatos que concurren a las elecciones. Por eso, nadie es candidato a presidente del Gobierno, ni a alcalde, porque todos son candidatos a diputados o concejales y luego, las cámaras, eligen de entre sus miembros en un juego de mayorías a aquéllos a quienes encargan formar gobierno. Y por eso el voto en las cámaras es personal e intransferible, anque luego los partidos pacten prácticas abominables como las de que algunos diputados se queden fuera del hemiciclo para mantener la paridad si hay otros que no han podido asistir, o se tolera que unoss voten con las llaves de otros. Y por eso, aunque saque úlceras a los aparatos de los partidos, las actas son de los candidatos electos y no de los partidos, digan lo que digan Agamenón y su cuidador de gochos (porquero).
Los grandes partidos, que no quieren ni oir hablar de reformas de la Ley electoral, han venido construyendo un entramado legal que, aunque es de no ya dudosa, sino de ninguna constitucionalidad, los acerca en la práctica a lo que vienen deseando desde hace décadas. Hacerse directamente con los votos para instaurar una dictadura de facto en la que un reducido grupo del aparato decidiese los destinos de todos los ciudadanos prescindiendo de engorrosas consultas populares. Bien saben que buena parte de la sociedad no tragará tan fácilmente la bola, una vez que la expongan negro sobre blanco, y por eso van socavando la libertad y los derechos constitucionales de los electores poco a poco. Robándoselos 'de a poco', como decía en un divertido esquetch Martes y trece.
Les dejo, queridos lectores y ¿electores? esta reflexión a su cuidado. Pero, ya saben. Se empieza en El Salvador y se acaba, metafóricamente hablando', con las libertades bajo tierra.
Vigilen. Estén atentos. Y, sobre todo, díganselo a su Diputado de Distrito...si es que una vez electo vuelven a saber de él.
Feliz día, chicos y chicas.