Al fondo, muy al fondo, se vislumbra el destino. Una villa, una playa, el Pico de Ori, San Sebastián o Luanco. Pese a que se han extremado, como suele hacerse en estos casos, las medidas de seguridad en carretera no es preciso apenas y sin embargo advertir sobre las nuevas limitaciones de velocidad. La gran procesión, la primera de ellas, va al paso de los pasos. La cofradía del santo descanso dibuja una serpiente en el mapa viejo de nuestras tierras. Por un momento parece que se ha detenido el tiempo, pero no es cierto.
Dentro de pocas horas la gran procesión se convertirá en la gran caravana, aún más lenta y mucho más dolorosa. El regreso suele ser un momento tenso en la carretera, un silencio unánime sólo roto por las emisoras de radio. Las minivacaciones de Semana Santa son un silbido en la banda sonora de los años.
A quienes no han podido viajar en este calvario, a quienes se quedan en casa viendo de nuevo Ben Hur, a quienes viajan por los documentales un especial recuerdo, por su despego y su generosidad, por su gran aportación a la dirección general de tráfico y al sufrido quehacer de sus agentes. Que ustedes lo pasen bien.