La primera vez que oímos mencionar el Palacete de Los Selgas, fue saliendo de Avilés a Luarca y haciendo parada en El Pito. Antes de bajar andando hacia Cudillero, observamos la mansión que a nuestro poco entender tal vez hubiera sido construida por un indiano de aquellos paisanos nuestros que regresaban enriquecidos tras hacer “las Américas”.
Ya reposando en la portentosa dársena de la villa, lugar que si uno contempla una vez es imposible poder olvidarla, indagamos sobre el palacete que habíamos visto poco antes. Las respuestas recibidas coincidían: “Es el Palacio de los Selgas y visitarlo es tarea improbable”.
De vuelta a la Villa del Adelantado, comentamos en la redacción de “La Voz de Avilés” la impresión que nos había causado aquel jardín que recordaba - dentro de la distancia - el estilo versallesco.
El resto es un relato que quizás el tiempo trascurrido, la emoción, el buen trato de las hermanas Carmen y Manuela Fagalde Herce, herederas de la familia de Los Selgas, convirtieron la experiencia del aquel inquieto alevín anhelando ser reportero, en uno de los episodios más impregnados y admirados del entonces poco llamado “Versalles de Cudillero”.
Años después de tan placentera peripecia, y realizando una visita a Francia por invitación del Gobierno del país, nos enfrentamos a la belleza del auténtico Versalles, haciendo un recorrido sobre el Castillo del Rey Sol, el Gran Trianón y el Pequeño Trianón.
Del lejano tiempo aún recordamos con veracidad las palabras del guía oficial: “Versalles es eterno como toda belleza imperecedera”. Y añadió orgulloso: “Durante un largo tiempo fue símbolo de la Monarquía, mientras hoy ese honor lo representa con sumo orgullo la República”.
Es ya sabido que el Palacio de los Selgas – en la actualidad lo preside un Patronato - a recuento de la decisión estamental de los legatarios legítimos al no haber dejado las hermanas Fagalde Herce descendencia directa, está representado entre miembros de la familia fundadora, Gobierno del Principado, Episcopado asturiano y la Universidad de Oviedo. Todos ellos responsables de que ese recinto con reconocidas muestras de porcelanas y vajilla, amplio mobiliario refinado, detalles ornamentales, vergeles y admiradas pinturas, se mantenga como el gran valor cultural que representa y es.
Al unísono, los Selgas no olvidan a sus paisanos, y en 1915 fundan una escuela en El Pito para más de 200 alumnos – hoy instituto – y cuyas aulas fueron y lo son, pioneras en valorados métodos de enseñanza.