Ha llegado a mis manos el escrito de un médico interino de Atención Primaria en Asturias. Jaime no tiene la posibilidad de darle la difusión que en mi caso modestamente puedo hacer. Acorde con mi posición y mis análisis habituales, siento la obligación de darle la máxima luz posible porque Jaime expresa desde una experiencia y reflexión personal las carencias y los peligros colectivos que enfrenta nuestra sanidad pública. Porque peligra en toda España. Así que con permiso de Jaime…
Sinceramente, yo, como muchos compañeros, estoy agotado de meses de incertidumbre, de gastar energías en dialogar con una empresa pública que demuestra una y otra vez su desprecio por sus trabajadores y por la calidad de la atención que ofrecen, de las informaciones parciales y sesgadas. No sé qué ocurrirá el día 1 de febrero. No sé si tendré contrato, si será bueno o malo. Si renunciaré o si continuaré en este trabajo que tanto me gusta y que tanto maltrata el sistema. Solo espero que termine y poder continuar atendiendo a mis pacientes de la mejor manera posible. No obstante, quiero compartir una primera reflexión. Los problemas de la Atención Primaria son más profundos y graves que todo lo que voy a contar después, y nacen de la falta de voluntad política, de la financiación claramente deficitaria y de una gestión ineficiente. Y mientras los profesionales del sistema sanitario y los pacientes no hagamos un frente común para defender nuestra Sanidad Pública y, en concreto, recuperar y reforzar la Atención Primaria, con inversión, con una buena gestión y con compromiso político alejado de intereses individualistas, mientras no demos un paso adelante, perpetuaremos el perjuicio que supone para la Salud de nuestra población no tener una Atención Primaria en condiciones.
Hace ya casi 2 años que terminé la residencia, 6 desde que inicié mi camino en la Medicina Familiar y Comunitaria. Un trabajo que tengo la suerte de poder decir que escogí por vocación y del que me siento afortunado por poder ejercerlo. Me gustaría poder escribir sobre mi experiencia, sobre las satisfacciones, sobre las dificultades. Hablar de la importancia de la Atención Primaria, explicar qué es, o qué tendría que ser, por qué es tan importante para la salud de la población. Hablar sobre longitudinalidad, promoción y educación para la salud, prevención, salud comunitaria. Hablar de la salud como bien de consumo, de medicalización, de sobrediagnóstico y sobretratamiento. Hablar de financiación insuficiente, de pésima gestión, de burocracia asfixiante, de falta alarmante de recursos. Sin embargo, me siento casi obligado, por la confusión y el hartazgo, a hablar de algo mucho menos interesante, pero que me afecta directamente en lo personal.
Hace meses, en el verano pasado, hubo un cambio en la normativa nacional (por directrices europeas) que hizo desaparecer un tipo de contrato, el de eventual, que abunda en la sanidad pública. En Asturias unos 200 médicos de Atención Primaria tenemos ese tipo de contrato. Las condiciones difieren mucho de un área sanitaria a otra, pero el denominador común es que se trata de contratos precarios pensados para utilizarlos como “comodín” para tapar las vergüenzas de un sistema con una deficiencia acuciante de recursos, sobre todo de personal, lo que se traduce en inestabilidad continua para nosotros como profesionales y para los pacientes como usuarios. Lo grave es que se ha abusado de este modelo y lastrado la capacidad de promoción, lo que ha cronificado la inestabilidad laboral. En este contexto, SESPA y sindicatos han estado negociando los nuevos modelos de contratos que deberán ofrecernos.
A quien se ha molestado en conocer nuestra opinión sobre un cambio que no hemos pedido, pero que nos afecta directamente, le hemos expresado con honestidad nuestras preocupaciones y le hemos propuesto durante todos estos meses las alternativas que hemos podido pensar, que fueran realistas y viables. Evidentemente, somos un grupo grande, heterogéneo y no organizado de personas y, aun así, llegamos a un par consensos claros. Por un lado, nuestra principal preocupación es que sacaran todas las vacantes de cupo pendientes y que estas sigan sacándose con periodicidad. Es decir, que cuando una consulta quede vacía porque su titular se ha jubilado o trasladado, esa consulta no quede sin referente, como ocurre ahora, sustituyéndose de manera irregular por eventuales, sino que lo antes posible lo ocupe un profesional interino que estará estable en esa consulta. Esa fue nuestra principal petición, porque es hacer las cosas bien y porque supone una mejoría evidente, para los pacientes, para el resto de profesionales (temporales y titulares) y para nosotros, porque además nos abre la puerta a que poder ir promocionando en el futuro. Fuera de eso, nuestra exigencia común no fue más allá de tener por escrito y bien definidas las que serán nuestras condiciones y tener esa información con margen para poder estudiarlo y pensarlo.
Inicialmente, nuestros contratos como eventuales terminaban entre noviembre y diciembre, pero se nos prorrogaron excepcionalmente hasta el 31 de enero para dar tiempo a definir los nuevos contratos. En enero, el SESPA tardó en retomar las negociaciones y guardó un vergonzoso silencio. Después, a menos de dos semanas del fin de los contratos parece ser que retomaron unas negociaciones que permitirían tener un acuerdo general que se firmaría a día 25 de enero, pero no fue así. Ahora resulta que en prensa el SESPA vende como triunfo que el día 30 sí que sí que se firmara un acuerdo. Ese acuerdo sienta las bases generales, las 3-4 tipologías de contrato que existirán, pero, si bien define cosas importantes (como las horas máximas que podemos trabajar en un mes o la remuneración) y abre la puerta a que se intente dar algo más de estabilidad (vinculándonos a centros concretos), las condiciones concretas van a depender de la gerencia de cada área. Es decir, ese acuerdo no nos da información sobre qué contratos se nos van a ofrecer una vez terminemos el día 31. De hecho, mi gerencia en particular nos convocó y desconvocó múltiples veces, ante el caos de las negociaciones centrales, y ayer sábado nos convocaron para el lunes, para explicarnos cuántos, qué contratos y con qué condiciones van a ofrecernos. Es decir, el panorama más optimista es que el lunes se apruebe un acuerdo general y ese mismo día las gerencias nos den la información concreta y el martes nos llamarán para ofrecernos los contratos para empezar el miércoles… Vergonzoso. Es vergonzoso que esto se venda como un trabajo bien hecho por parte del SESPA, cuando se trata de una chapuza.
Paralelamente, mientras guardaba silencio en nuestro proceso, el SESPA dejó caer la idea de que los titulares tendrían que hacer ocasionalmente guardias en fin de semana. Está claro que el SESPA tiene un problema con las guardias, porque faltan médicos, a causa de que durante años han emigrado a la sanidad privada, a otras regiones y a otros países donde les ofrecían mejores condiciones. Y, de los que quedan, hay un porcentaje elevado (sobre todo en ciertas zonas) de veteranos que por su edad no hacen guardias. Pero lo que me parece evidente es la intención maliciosa de enfrentar a los trabajadores veteranos y jóvenes. Como si los derechos de unos y otros fueran incompatibles, como si no nos enfrentáramos a los mismos problemas. De hecho, quiero dar las gracias a mis compañeros, tanto jóvenes como veteranos. La calidad profesional y humana de todos los profesionales, no solo médicos, con los que he compartido trabajo es extraordinaria e inspiradora, aun cuando todo parece en contra. Solo os pido que continuéis poniendo el alma en lo que hacéis y que no os dejéis engañar por falsas divisiones.
Eduardo Madroñal Pedraza