Nuestras miradas y nuestras palabras —y también nuestros silencios— dicen de nosotros mucho más de lo que creemos decir o de lo que queremos decir. Así, en esta campaña, no haría falta conocer encuesta alguna para saber cuáles son las expectativas de voto de los contendientes, en especial de PP y PSOE.
«Súmate al cambio» da ya por hecho el triunfo y, desde ese presupuesto realiza una llamada en dos direcciones: en primer lugar, a su habitual votante natural, para que no pierda la oportunidad de ser el artífice de dicha mutación histórica y no se quede en casa o tenga la tentación de votar alguna candidatura marginal u ocasional; en segundo, a los indecisos y a los votantes del PSOE que dudan en cruzar el foso emocional de votar al PP. Y es que uno de los principales parámetros que deciden el voto —y dan satisfacción endorfínica al votante— es sentirse parte de la tropa vencedora, «ser del Madrid o del Barcelona», dicho sea con una metáfora. Los equipos modestos, por seguir con la metáfora, son incapaces de atraer a su órbita los cuerpos errantes.
«Pelea por lo que quieres», por el contrario, parte de la postura del perdedor y tiene como objetivo principal recuperar a aquellos de los votantes del PSOE que no piensan volver a darles su confianza esta vez, ya se queden en casa ya depositen su fe o su esperanza en otra formación. El mensaje tiene dos planos, el subliminal, la idea de que el PP va a acabar con las conquistas sociales y con el estado del bienestar —hurgador de inquietud eje de la campaña socialista—, y el obvio, la incitación al numeroso votante desanimado para que no se rinda, para que pelee y, además, para que no dé por perdida la pelea. Es posible, a mayor abundamiento, que quienes han escogido ese lema hayan pensado en la resonancia emocional que pudiere suscitar la letra de «¡Hoy puede ser un gran día!», de Joan Manuel Serrat Teresa: «Pelea por lo que quieres y no desesperes si algo no anda bien. ¡Hoy puede ser un gran día, y mañana también!». La apelación al cantante barcelonés (así como a Sabina y otros, que en su día ejecutaron la composición al alimón con Serrat) tiene, por otro lado, su pleno sentido si pensamos que va dirigida principalmente a las cohortes de edad en que el PSOE tuvo en su día mayoría de adeptos (los jóvenes hace tiempo que no se inclinan de forma tan abrumadora por los socialistas), y que son las mismas a las que se está apelando con la añoranza del trío formado por Rubalcaba, Felipe González y Alfonso Guerra.
El «Rebélate» de IU remite, por un lado, de forma pudibunda, a las ideas de revolución social que siempre conformaron el acervo discursivo de la izquierda y, principalmente, del PC, columna vertebral —y aun pingüe carne— de IU. Pero, muy especialmente, a un público juvenil e inconformista que, en los últimos años, viene siendo un aditamento importante de su voto, y que lo es muy especialmente en esta coyuntura (hace tiempo que IU tiene una gran componente de partido de coyuntura: objetores de conciencia, gays, ecologistas, «indignados», vienen conformando sucesivamente su programa y su público buscado). Lo informal de su letra (que, por cierto, se lee mal en las pancartas elevadas, alguien no evaluó por completo todos los aspectos de la publicidad) pretende subrayar ese aire juvenil e informal.
Con «Más Asturias, mejor España» Foro pretende atender al taramacu de su voto, a aquel que proviene del PP, pues efectivamente sería impensable que ningún partido nacionalista o realmente regionalista tuviese que incluir entre los componentes sustanciales de su acción política la dedicación al conjunto del Estado. Si Foro lo hace es porque, como ya he dicho otra vez aquí, una gran parte de sus electores son poco amigos de «bromas autonomistas», la prueba es que una de sus ideas fuerza es la de convertirse en «dique de contención de los nacionalistas». Por otro lado, en Madrid, su lema es «Más Foro, mejor España», lo que evidencia que lo que busca en la capital de España es una cosa distinta a la del voto asturiano.
«Toma la palabra», de UPyD, parece invitar al ciudadano a que no hablen por él, y, por tanto, implícitamente, a que no vote lo que hasta ahora viene votando, puesto que los partidos mayoritarios vendrían representando no sus intereses —y, por tanto, su voz—, sino los intereses de esos mismos partidos. La verdad es que resulta un lema que se quiebra de pura sutileza, como quiera que sea, muy abstruso y poco directo. Es verdad que, en último término, la comunicación fundamental —y casi la única— de la UPyD y su color magenta es Rosa Díez (y en ese aspecto, junto con la de Rubalcaba, es la de ellos la campaña más personalista de todas). Pero he de decir también que, a ese elemento de poca claridad, se suma la pluralidad de eslóganes, pues parece en los carteles que, junto con ese, existe otro: «Cada voto cuenta. Tú decides», que en ocasiones se traduce en los medios como «tu voto cuenta». Esa confusión no se debe tan sólo a la escasez de numerario, que parece evidente, sino, fundamentalmente, a un mal planteamiento comunicativo.