Acabo de ver en directo el debate entre los dos candidatos de los principales partidos para las elecciones del 20 N. Aunque el balón en algunos momentos rozó la línea de gol pienso que hubo empate entre Alfredo Pérez Rubalcaba y Mariano Rajoy. Ambos con corbatas azules y tonos oscuros y sendas barbitas canosas. Manuel Campo Vidal, maestro como moderador del debate. Tiene muchas tablas y su ausencia de los platós no le ha hecho perder facultades ni mucho menos. Desde luego ya se quien manda en la televisión autonómica de Asturias que no ofreció el debate a sus telespectadores, o sea, manda Francisco Alvarez-Cascos. Menos mal que no era la Fórmula 1. También me sorprendió que Televisión Española no emitiera el debate por su canal de alta fidelidad lo que si hicieron La Sexta y Antena 3.
Estoy convencido que muy pocos ciudadanos habrán decidido su voto en función del debate. Los que lo tienen decidido así seguirán y los indecisos continuarán estándolo a la espera de ver como se desarrollan los últimos días de la campaña electoral o de algún gesto de última hora. Alfredo Pérez Rubalcaba se aferró, como si de un avezado periodista se tratase, al ambiguo programa del partido Popular que Mariano Rajoy presentó en sociedad hace unos días. Este se refugió a fondo en su cintura gallega para no cometer errores prefiriendo no entrar al trapo de cuestiones concretas que le planteaba su oponente. Ambos estuvieron correctos y hasta diría, no se sorprendan, con cierto filing. Si que a uno le queda la impresión de que el candidato socialista veía ya a Mariano Rajoy como inminente presidente del Gobierno pero en modo alguno el ex portavoz del gobierno tiró la toalla a lo largo de los 90 minutos que duró el debate. Rajoy se aferró a lo obvio, la mala gestión del gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero del que el candidato socialista fue parte importante del mismo y Pérez Rubalcaba le atacó con preguntas sobre temas concretos a las que el candidato popular o no contestó o se salió por la tangente sin perder en momento alguno la compostura. Ambos comenzaron de la misma manera: Teniendo un sentido recuerdo para Joaquín Moya, muerto el pasado domingo en Agfanistan, y un sentimiento de solidaridad para su familia y para las fuerzas armadas. Terminaron hablando brevemente sobre el tema de ETA con coincidencia plena. Por lo tanto, todo el pescado está vendido sin que este debate -debería de haber más- vaya a influir en el resultado electoral. Además, dentro de 3 días la opinión pública ni se acordará. ¿Un debate plano?. Diría que un debate suave con el reconocimiento lógico por parte de los 2 candidatos a la grave crisis que estamos sufriendo. Quizás a destacar la rotundidad de Mariano Rajoy comprometiéndose, en definitiva, a descongelar las pensiones manteniendo su poder adquisitivo. También fue categórico al manifestar que si gobierna no dará un euro público a las entidades bancarias. Alfredo Pérez Rubalcaba, por su parte, insistió en 2 ocasiones sobre la necesidad de que Europa aplace 2 años sus restrictivas medidas que están ahogando aún más nuestro nulo desarrollo económico.
Educados y elegantes como no podía ser menos, Alfredo Pérez Rubalcaba y Mariano Rajoy, ambos ex ministros de Interior, huyeron de la acritud demostrando en todo momento buenas maneras. Es por tanto de agradecer en la situación actual intervenciones como las suyas, con serenidad y saber hacer. Por cierto, ¿Donde y con quien habrá visto el debate Francisco Alvarez-Cascos?. Es solo una simple curiosidad