Un sujeto llamado Andy Stone, que escribió una canción para Vince & The Valiants en 1989 llamada «All I Want for Christmas Is You», ha decidido presentar una demanda contra Mariah Carey por plagiar esa canción con un trabajo que le ha dado importantes beneficios, la mundialmente conocida canción «All I Want for Christmas Is You», reclamando a la cantante y al productor Walter Afanasieff 20 millones de dólares por daños y perjuicios. En la demanda se afirma por el actor que la cantante y su productor aprovecharon su trabajo para crear «All I Want for Christmas Is You» en 1994 de un modo que les ha reportado increíbles beneficios.
La demanda presentada contra Mariah Carey y Walter Afanasieff es fácil de derribar en un proceso judicial. Dos son los argumentos o líneas de defensa que se pueden aplicar por la cantante y el productor musical.
En primer lugar, se encuentra la dificultad para incluir la reproducción o imitación de títulos en el concepto de plagio. En El pequeño libro del plagio, de Richard Posner, su autor afirma lo siguiente: «Es necesario, así, para hablar de plagio que, aparte de engañar la copia a los lectores potenciales en el sentido de hacerles creer lo que no es, el engaño vaya al encuentro de sus expectativas. Me refiero con esto a que pensar que la obra del plagiario es original lleve al lector a hacer algo que, de haber sabido la verdad, no habría hecho. (Los juristas lo llaman detrimental reliance, es decir, un perjuicio que alguien sufre por dar crédito a algo que es mentira.) Un lector no habría comprado un libro si hubiera sabido que contenía amplios pasajes de un libro de otro escritor; habría comprado, en su lugar, ese otro libro primero. Y si quien lee es un profesor, creyendo el trabajo que corrige original, pone una buena nota a un mal alumno y, en términos de competencia, el resto de alumnos salen perjudicados». Precisamente, parece difícil encajar la canción de Mariah Carey en el concepto lógico de plagio, más teniendo en consideración que debe haberse visto afectado a un elemento esencial del contenido de la obra, lo cual no concuerda con la total ausencia de coincidencias en melodía y letra entre la canción de la conocida artista y la de Andy Stone, pues ambos trabajos musicales tienen en común lo mismo que una manzana y un cocodrilo.
En segundo lugar, por si se pudiera considerar que hay plagio, se observa el amplio periodo de tiempo transcurrido desde que se produjo el acto ilícito hasta la interposición de la demanda. A este respecto, debe tenerse en consideración que la «doctrine of laches», equiparable a lo que España se conoce como doctrina del retraso desleal, se aplica cuando un demandado alega y prueba de manera contundente la concurrencia de tres elementos: 1) el conocimiento por parte del demandante de los hechos que constituyen una causa de acción o una oportunidad razonable para descubrir tales hechos; 2) una demora irrazonable por parte del demandante en iniciar una acción; y 3) el daño al demandado resultantes de la demora en ejercitar la acción. En este caso, se está hablando de una canción de 1994 por la que se interpone una demanda en 2022, hecho que nos lleva a una pregunta: ¿no pudo reclamar Andy Stone por daños y perjuicios derivados del supuesto plagio de «All I Want for Christmas Is You» hace veinte años?
En España se interponen con relativa frecuencia demandas que no tienen pies ni cabeza porque se opta por pensar que iniciar un proceso judicial es como jugar a los dados, como se puede inferir del planteamiento expuesto por Juan Antonio García Amado en «¿Sería mejor que nos jugáramos los fallos a los dados? Comentario a la Sentencia del Tribunal Supremo, Sala Penal, 623/2016, de 13 de julio». Sin embargo, también es posible comprobar con cierta crispación que en Estados Unidos se presentan demandas con pretensiones absolutamente insostenibles, como se deduce de la demanda presentada contra Mariah Carey y Walter Afanasieff, algo que, si bien no debe consolar, si que sirve para sacar una socarrona sonrisa.