Nadie puede dudar que la Rusia de Putin, heredera de una superpotencia soviética felizmente extinta hace ya treinta años, es una agresiva potencia imperialista. Además de amenazar Ucrania con 175.000 soldados en sus fronteras, Moscú ha sofocado con sus tropas las revueltas en Kazajistán, se disputa con Turquía su influencia en Libia o afianza su tutela sobre el régimen sirio, utiliza al despiadado régimen bielorruso para lanzar oleadas de refugiados en la frontera polaca, o usa la «llave del gas» para chantajear a una UE perjudicada por la crisis energética.
Pero eso no es nada en comparación con la superpotencia norteamericana, la principal amenaza a la paz mundial y la principal fuente de guerra, miseria y opresión del orden internacional. Desde que acabó la guerra fría hace ahora tres décadas, los Estados Unidos no han tenido ni un sólo día de paz, ni un sólo día en el que no hayan estado alentando -directa o indirecta, abierta o subrepticiamente- conflictos bélicos, intervenciones desestabilizadoras, golpes de Estado ‘blandos’ o ‘duros’, o reconducciones soterradas para derribar gobiernos hostiles. Ni un sólo día en el que no hayan estado sosteniendo a países, gobiernos o regímenes dictatoriales, tiránicos y con un acreditado historial de violaciones de los derechos humanos, pero que son protegidos por el hegemonismo por ser buenos vasallos. Arabia Saudí, Marruecos, Israel o Colombia, por poner unos pocos ejemplos.
España sumisa a EEUU
España participa en hasta 17 misiones en el exterior, con varios miles de soldados, en diez de ellas bajo la dirección de la OTAN, una alianza al servicio de EEUU. Nuestro país alberga cuatro bases militares -Rota, Morón, Torrejón y Zaragoza- que EEUU y la OTAN utilizan habitualmente para sus operaciones bélicas. La base aeronaval de Rota, usada en exclusiva por la US Navy es una de las más grandes e importantes del mundo para el Pentágono, es el emplazamiento del escudo antimisiles y es usada para las operaciones en Oriente Medio, y la base de Morón es la sede permanente del mando para África y el Mediterráneo (Africom) del cuerpo de marines.
España ya tenía una importante presencia militar en el Este de Europa, una zona de altísimo riesgo. Desde 2006, España participa en misiones de «policía aérea» en el Báltico. Nuestro país mantiene siete Eurofighter y un total de 130 militares en Lituania, país donde los aviones españoles ya tienen habitualmente encontronazos con las incursiones aéreas rusas, que constantemente provocan situaciones de tensión para evaluar la capacidad de respuesta de las fuerzas de la OTAN en las fronteras del Este.
Desde 2016, además, España mantiene a 305 personas, así como carros y vehículos de combate, como parte de la Presencia Avanzada Reforzada de la OTAN en Letonia.
Aumentar la pleitesía hacia Washington
Pero el gobierno, buscando sumar puntos ante la OTAN y ante la Casa Blanca, ha decidido dar varios pasos más y enviar la fragata Blas de Lezo y el buque Meteoro de Acción Marítima al Mar Negro. Además, la ministra de Defensa, Margarita Robles, ha señalado que se está valorando la posibilidad de que haya un despliegue aéreo en Bulgaria por parte de la OTAN en el que participe España, que se sumaría al que forma parte en Lituania.
La ministra de Defensa ha asegurado que la posición de España es que «la respuesta sea diplomática y haya una desescalada», pero que «la OTAN va a proteger y defender la soberanía de cualquier país que quiera entrar». Por otra parte, el líder del Partido Popular, Pablo Casado, ha expresado su apoyo a la decisión de Defensa. «El Gobierno de España contará con todo nuestro respaldo a la hora de cumplir sus obligaciones en el marco de la OTAN», ha dicho.
Incrementar más y más el encuadramiento de España en la geopolítica norteamericana y en los planes de guerra del Pentágono nos pone en peligro a todos, y más en un momento donde el aumento de tensión en el este pone en riesgo la paz en Europa. Y multiplica en todos los ámbitos -económico, político, diplomático- la subordinación de los intereses nacionales a los planes e imperativos estratégicos de la superpotencia norteamericana.
Por eso es el momento de enarbolar de nuevo el no a la guerra. No a las guerras de EEUU. Ni en Ucrania ni en ningún otro sitio.
Eduardo Madroñal Pedraza