Joan Laporta señaló el pasado día 8 de octubre lo siguiente: «Tenía una última esperanza de que Messi dijera que jugaría gratis». En ese momento, el futbolista argentino ya tenía una oferta del París Saint Germain que acabó aceptando gustosamente y terminó contestando al dirigentes culé, que decidió contraatacar sobre a quién le correspondía la iniciativa.
La ingenuidad del actual presidente del F.C. Barcelona provoca un curioso sentimiento de ternura al ver como un catalán que sabe que «la pela es la pela» pensaba que era posible lo imposible. No obstante, si que es cierto que, aunque Messi hubiera querido jugar el Barça sin cobrar un salario, no habría podido.
A tenor del artículo 8 del Real Decreto 1006/1985, de 26 de junio, por el que se regula la relación laboral especial de los deportistas profesionales, Leo Messi tenía derecho a percibir un salario como futbolista de la Liga Española. Dicho salario no podría haber sido inferior al salario mínimo interprofesional, que, por el Real Decreto 817/2021, de 28 de septiembre, por el que se fija el salario mínimo interprofesional para 2021, aprobado según las directrices del artículo 27 del Estatuto de los Trabajadores, es de 965 euros al mes.
Se podría pensar en la posibilidad de renuncia del salario por Leo Messi, pero, aunque el artículo 6 del Código Civil permite la renuncia de los derechos, la normativa civil la prohíbe en los casos en los contraríe el interés o el orden público o perjudique a terceros. Además, el artículo 3.5 del Estatuto de los Trabajadores establece que los trabajadores no podrán disponer válidamente, antes o después de su adquisición, de los derechos que tengan reconocidos por disposiciones legales de derecho necesario.
Hay que afirmar con rotundidad que, aunque se sabe que Leo Messi no habría podido jugar gratis con el club que le acogió cuando era pequeño, tampoco lo habría hecho por lo que es: un futbolista amante del dinero y de sí mismo, algo lamentablemente típico con muchos grandes futbolistas. Esa descripción del carácter se ajusta al comportamiento que él mismo ha desplegado, pues, con todo lo que ha ganado en el F.C. Barcelona, podría haber hecho un sacrificio mayor del que se decía que iba a asumir ajustándose a las normas de la Liga y aceptar cobrar el salario mínimo internacional sabiendo que, con todo lo que ha ingresado durante los últimos diez años, ya debería tener su vida y la de sus parientes más que resuelta.