Como es ritual, y además cordial de todo corazón, les doy en nombre del Gobierno del Principado la bienvenida a Asturias y les deseo que, al lado del incremento de conocimientos y del progreso profesional propio de todo congreso científico, su estancia en Asturias, tradicional tierra de acogida, les sea grata, al tiempo que les agradezco habernos elegido como escenario de esta importante reunión.
Señoras y señores congresistas: Asturias es país de larga historia y hondas tradiciones; es una tierra rica por su singular patrimonio cultural; y forma un pueblo abierto al mundo y al progreso que conserva y cultiva un inconfundible apego a sus orígenes, especialmente visible entre nuestros paisanos esparcidos por todo el mundo. Méjico, Cuba, Argentina y tantos otros países de América y de Europa son testigos del magnetismo de este pueblo que mantiene vivos los vínculos espirituales del país con sus hijos más lejanos.
Las fuerza del oleaje del mar Cantábrico y las inaccesibles crestas calizas de los Picos de Europa nos encierran y nos comprimen de tal forma que nuestro territorio ha ido plegándose a lo largo de los milenios en un sinfín de valles. Asturias es el país de los valles. Ortega y Gasset, el gran pensador español, señalaba que “cada uno de estos valles es toda Asturias y Asturias es la suma de todos esos valles”.
Pero ellos, nuestros límites, también son nuestros grandes desafíos para superarnos. El mar Cantábrico inspirador de nuestra alma marinera, es nuestra salida natural, unas veces para buscar ayuda en Gran Bretaña frente al invasor napoleónico, otras para poner rumbo a América en busca de nuevos horizontes de fortuna y ahora para trazar las nuevas autovías marítimas con Europa. Las cumbres majestuosas de los Picos de Europa, donde solo moran los rebecos y anidan las águilas, dificultan el tránsito, pero nos enseñan permanentemente que siempre es posible volar más alto.
Nuestra compleja orografía, no ha sido obstáculo para que la Atención Primaria en Asturias alcance prácticamente hasta el último punto de la geografía del Principado, mediante una red de centros de salud, consultorios periféricos y locales, puntos de atención continuada, servicios de urgencia y unidades de gestión clínica que permite la asistencia médica a las gentes que viven en sus valles, en las montañas y en la costa. Asturias cuenta con un efectivo y extenso sistema de Atención Primaria con 2.700 profesionales dedicados a la misma y que en el año 2010 desarrollaron en su conjunto una actividad asistencial de 6.000.000 de consultas médicas, 3.700.000 consultas de enfermería, y casi 1.000.000 de usuarios atendidos en urgencias de Atención Primaria.
El Barómetro Sanitario que elabora el Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad en 2010, y que comprende tanto la Atención Primaria como la Atención Especializada, arroja un balance bastante positivo para la región, pues en opinión de la población asturiana el sistema sanitario público asturiano alcanza una nota media 7,21 sobre 10. A ésta positiva valoración de los ciudadanos ha contribuido y contribuye, sin duda, la labor concienzuda y la generosa implicación vocacional, día a día, del personal de Atención Primaria del Principado, al que desde aquí, y en presencia de sus compañeros venidos de otras comunidades españolas, quiero felicitar y agradecer sinceramente por su nivel de compromiso con la gente de su país. Compromiso que ya ha manifestado mi Gobierno con el desarrollo y la potenciación del sistema sanitario para asegurar que se siga transitando en esa senda de excelencia asistencial, asegurando que alcance a todos los ciudadanos del Principado.
Nuestra geografía, en cambio, ha conformado el rasgo principal del carácter de los asturianos: el orgulloso ensimismamiento con el que nos hemos resignado a la ancestral incomunicación del país. Por eso mismo adquieren gran importancia cuantas iniciativas contribuyan a corregir ese secular rasgo del carácter que, de alguna manera, atenaza al Principado. Una de ellas, la más excepcional, los premios que llevan el nombre del heredero de la Corona, el Príncipe de Asturias, y cuya solemne ceremonia de entrega se celebró hace unos pocos días en Oviedo.
Otra, Congresos como éste que atraen a Asturias a los más prestigiosos expertos en la ciencia médica para tratar del progreso en una de las más importante áreas médicas, fruto del esfuerzo investigador y del intercambio de las mejores prácticas. Permítanme remarcar que éste Congreso es el mayor de cuantos se hayan celebrado en Asturias hasta la fecha, con aproximadamente 5.000 congresistas, que podrán disfrutar no solo de la ciudad de Oviedo, sino de nuestras villas próximas como Gijón y Avilés donde se encuentran alojados, así como de las cuencas mineras cercanas.
Pienso que esta elección de Asturias como sede de tan importante Congreso es un justo espaldarazo y un reconocimiento implícito a la larga y fecunda tradición de la medicina asturiana en la especialidad de la Medicina de Atención Primaria (también denominada históricamente como médicos de cabecera o de médicos de familia), y en la que un territorio tanto de concentraciones urbanas como de dispersión rural, como es el asturiano, se ha beneficiado de una escuela y de una praxis de excelentes profesionales que, desde los tiempos en que los medios eran muy escasos, han sabido velar por la salud de nuestros conciudadanos. Figuras como Gaspar Casal, Faustino Roel, Alfredo Martínez, Plácido Álvarez-Buylla, Joaquín García Morán, Vicente Vallina o José García Cosío, además de los universales Severo Ochoa y Francisco Grande Covián, son algunos ejemplos, entre otros muchos, de la fecundidad de la medicina asturiana.
Quiero rendir homenaje ante ustedes a la medicina humanista, la que tiene sus raíces en el apostolado laico de los doctores Gregorio Marañón y Carlos Jiménez Díaz, y en la que la confianza constituía una importante herramienta terapéutica, hasta el punto de que se llegó a hablar de la “curación por la palabra”. A mi juicio, en este planeta en que las nuevas tecnologías nos brindan cada día novedosos y eficaces caminos para la prevención del mal y la restauración del bien, jamás debemos olvidar el ejemplo del médico sacrificado que, en la cabecera del enfermo, celebra el sagrado ritual de la mano que ayuda, la palabra que alienta, la mirada que anima, la prescripción que sana. Médicos que, en la mejor escuela de la pintura costumbrista asturiana, aparecen en los lienzos al lado del lecho de un moribundo, o a caballo por los duros caminos del invierno llevando la ciencia y el cariño a los lugareños de las aldeas más distantes.
Ustedes, respetados amigos, ejercen una responsabilidad medular para el bienestar de los ciudadanos. Es una tarea difícil, de alta responsabilidad, muchas veces incomprendida, pero no tengan ninguna duda que se ha ganado -porque se lo merece- el respeto y el afecto de la sociedad. Muchas veces los políticos deberíamos aprender de la sabiduría de ustedes porque nuestra tarea, al margen de luchas partidistas o de los debates estériles que nos convierten más en un problema que en una solución, también debe ser una atención primaria a todos, y especialmente a los más desfavorecidos en esta España tan convulsa como esperanzada.
Bienvenidos, nuevamente, y muchas gracias.
*Presidente del Principado de Asturias