Un acto de campaña en Vallecas -un histórico barrio obrero de Madrid- se ha convertido en la más reciente -que no la última- cortina de humo para esconder los planes de saqueo que van a aplicar a la mayoría social española nuestros depredadores ocultados.
Porque boicotear, gritar e insultar en los actos de Vox… no solo sirve a Vox, no solo ayuda a su campaña política. Sirve como cortina de humo para desviar la atención de la gente y difuminar el salvaje salto en el saqueo a la inmensa mayoría de españoles, que preparan la oligarquía y los centros de poder extranjeros, con Estados Unidos a la cabeza.
¿Por qué no aplicar un silencio absoluto a todos los actos de Vox, y que no se comenten sus acciones y palabras racistas, xenófobas y machistas? Ante una cortina de humo, hagamos un círculo de silencio. Que ninguna provocación encuentre respuesta. Y que el sucio lenguaje que utilizan se vaya por el alcantarillado de las ciudades.
El saqueo de la gran banca
El ejemplo más reciente -aunque publicado como noticia en diferentes medios- de la cortina de humo son unos “desapercibidos” hechos de extrema gravedad. Se van a movilizar -en plena pandemia económica y social- 90.000 millones de dinero público para garantizar las multimillonarias ganancias de los grandes bancos españoles.
Uno. Los grandes bancos negocian una “comisión” de entre 3.000 y 4.000 millones por canalizar los fondos europeos.
España es el país más bancarizado de Europa. Todo debe pasar por los bancos, y estos se cobran una “comisión” por cada operación, impuesta por su control monopolista sobre las operaciones financieras. La de su gestión de los fondos europeos puede llegar hasta los 4.000 millones, más de la mitad de las ayudas públicas concedidas a todas las pymes y autónomos.
Pero, además, quieren obtener el máximo de beneficios de la distribución de los 140.000 millones que corresponden a España de los fondos europeos de recuperación “Next Generation EU”, que obviamente se realizará a través de los grandes bancos privados. Ellos tendrán el control operativo de su gestión, una enorme palanca de poder, al servicio de que estos fondos acaben en aquellos proyectos que interesan a los grandes centros de poder económico, nacionales e internacionales.
Dos. Bruselas obliga a computar como deuda pública los 35.000 millones de posibles pérdidas de la Sareb.
La Sareb forma parte de la factura que seguimos pagando del “rescate” a la banca ejecutado en 2012. Se le traspasaron todos los activos tóxicos inmobiliarios en manos de la banca privada. El negocio fue redondo: los bancos privados se libraban de unos inmuebles cuya venta, a un precio rebajado por el estallido del crack inmobiliario, les hubiera provocado enormes pérdidas; y el Estado se hacía cargo de los costes. Se sobrevaloró el precio de los inmuebles, para ampliar la protección de los bancos, y se emitió deuda pública para garantizar los activos tóxicos adquiridos. Es decir, si había pérdidas, pagaba el Estado.
Ahora esa factura se ha cuantificado. La UE ha obligado a contar como deuda pública los 35.000 millones de deuda que todavía acumula la Sareb, y que descansan sobre inmuebles cuya venta va a provocar pérdidas que pueden ascender a 20.000 millones de euros.
Tres. El control de la banca de la gestión de los créditos ICO les ha permitido traspasar al Estado hasta 50.000 millones de créditos dudosos.
Las líneas de crédito avaladas por el ICO, que formaban parte del “colchón social” frente a los efectos de la pandemia, fueron canalizadas en exclusiva por los grandes bancos. Y transformaron una medida justa en un negocio privado, al imponer que una buena parte de estos créditos fueran empleados, no en lo que cada empresa necesitaba, sino en refinanciar los préstamos que tenían con los bancos. De esta forma, los posibles impagos serían asumidos por el Estado, y no por los bancos.
Gracias a ese mecanismo, la banca ha disminuido su exposición a créditos dudosos en 50.000 millones, cuyas posibles pérdidas deberá asumir el Estado.
¿Entonces, por qué se permite y se oculta este atraco, que esa enorme cantidad de dinero público vaya a los beneficios absolutamente privados de unos pocos, y no a hacer frente a la pandemia sanitaria, económica y social que sufre la mayoría?
Ultraderecha como cortina de humo
Existe una “tensión política” creada intencionadamente, para ocultar que sufrimos un enriquecimiento por parte de las clases más altas de la sociedad durante la pandemia, al mismo tiempo y a la misma velocidad con que se produce un empobrecimiento de las clases populares.
Lo que padece la mayoría social y muchísimos ciudadanos en España es la perspectiva de que su ERTE dentro de días se convierta en un ERE. Lo que está pasando es el sufrimiento de las “colas del hambre” en España, formadas por gente que hace solo unos meses eran trabajadores.
La tensión política sobre la que se quiere que centremos nuestra atención oculta estos problemas y la solución a los mismos, la exigencia de una redistribución de la riqueza.
La ultraderecha de Vox es un producto transgénico, genuinamente estadounidense, ideado para ser el ariete tóxico del proyecto de recortes y saqueo que los centros de poder hegemonistas quieren imponer sobre España y sus clases populares.
El refranero español no falla. «Quien paga, manda» o «dime de dónde vienes y te diré quién eres». Estas son las claves para desnudar la esencia de Vox. No es una «vieja» extrema derecha, es una «nueva» ultraderecha estadounidense en verdad, directamente vinculada con los nódulos más reaccionarios de Washington. Una herramienta del hegemonismo para intoxicar, crispar, polarizar y degradar la vida política del país. Y para colarnos nuevos y más brutales recortes y ajustes contra el 90%.
No han sido diseñados, financiados e impulsados desde el otro lado del Atlántico para hacer que «España sea grande de nuevo», sino para que Washington secuestre aún más la soberanía nacional y para que España sea devorada, más aún de lo que ya lo está, por el saqueo y el expolio de los Estados Unidos de América.