Las grandes preguntas

Aquellas sendas de las  brunas del tiempo que supo descifrar  en “El desfile de la vida”, John Hodgdon Bradley, nos siguen recordando que el ser humano, aún  no siendo dueño pleno de su destino, se irá imponiendo sobre la faz de la tierra y llegará a la comprensión del lugar que ocupa en el Cosmos.  

Eso nos lleva a las grandes preguntas: ¿De dónde venimos? ¿Qué somos? ¿Por qué estamos aquí? ¿Adonde vamos?  

Actualmente solamente la religión y la  filosofía dan algunas explicaciones La ciencia dice que el pequeño cerebro del que disponemos es un condimento de gelatina en la que se mueve nuestra raíz genética y con ella, de forma extraordinaria y única, llegaremos a conocer lo que ignoramos sobre nuestros servidores los humanoides.   

Tras cientos de millones de años de calma, unas moléculas emergidas en un núcleo de silicatos con un poco de carbono, metano, amoníaco, hidrógeno, vapor de agua y gas carbónico bajo el efecto de la radiación ultravioleta, crearon una sopa para trasformarse, primero en aminoácidos y después, tras otro tiempo inmemorial, en las primeras proteínas de la vida.

 Desde ese instante, el primer ser erguido, antepasado del homo sapiens, comenzara, bajo un clima frío y seco, a cruzar una planicie africana con una quijada en la mano.

 Habían nacido, fieros y necesitados de futuro, el hombre y la mujer. Una creación extraordinaria.

 Nada ha sido fácil. Las páginas de la historia de la humanidad son un interminable reguero de muerte, pasando de levadura al  barro mal cocido del  que estamos formados.

Muy posiblemente nunca aparezca nuevamente un genio superior a Miguel Ángel, Leonardo, Dante,  Shakespeare, Darwin, Cristo o Mahoma, pero hay un vasto espacio para el regreso de un Atila, Hitler o Stalin  agazapados a la espera de un   próximo aterrador Holocausto.

El “No asesinarás” es uno de los aforismos del Antiguo Testamento,  un pozo rebosante de sabiduría popular por donde se pasea el autor más leído del mundo: Jehová o Ala, si somos creyentes.

  Fue extraño, ya que en ese tiempo el Todopoderoso  era también un dios guerrero, incluso terrible. No es hasta la llegada de Moisés  que los actuales  Diez Mandamientos adquieren su verdadero contenido, cuando volvemos a tener presente el “No matarás”.

Hoy se dispone de ojivas capaces de hacernos polvo, y nunca nuestra  raza ha tenido tan  cerca el relámpago de su propia destrucción.

La semana que  pasó, hemos visto  el enfrentamiento de Estados Unidos con Rusia y China.  El presidente Biden  llamó abiertamente a Putin  “asesino” con todas sus palabras, mientras tuvo un crudo enfrenamiento con Pekín. Vista esa situación, el mundo asume una gran espiral de confrontaciones graves.

No se olvide que a lo largo de la historia los conflictos bélicos llegaron  por actuaciones que no merecían tan terribles consecuencia.

 



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