El regalo de Reyes que el recién estrenado año dos mil veintiuno brindó al pueblo americano hace aflorar una interrogante cuya respuesta es altamente preocupante: ¿está en peligro la democracia?
Hemos asistido el pasado miércoles a un acontecimiento impensable a priori en el sistema plural y liberal americano, con una antigüedad superior a los doscientos años y que tomábamos como ejemplo a seguir.
Ciertamente, nunca participé de esa idea. Recuerdo que mi padre, cuando en mi pubertad trataba de explicarme lo que era una democracia, siempre me exponía el mismo razonamiento: «sistema en el que cualquiera puede llegar a ser presidente».
Cuando fui tomando conciencia de la realidad, me di cuenta de que esa descripción podía ser aplicable a nuestro país en el sentido más peyorativo del término «cualquiera» (Zapatero, Rajoy, Sánchez), pero no al sistema americano, en el que, para llegar a la presidencia, el requisito de partida que deben reunir los candidatos es el de ser multimillonarios y contar con el apoyo de más multimillonarios.
El asalto del Capitolio por un grupo de exaltados animados por Trump lo único que supuso fue visualizar y poner énfasis en la compleja personalidad de este sujeto pintoresco y grotesco, a medio camino entre un payaso y un rey absoluto, entre un perturbado mental y un dictador, que nos ha retrotraído a las películas del Far West, en las que las disputas se resolvían a tiros, tiros que, por cierto, también se reprodujeron en estos incidentes con el triste resultado de cuatro muertos.
¿Fue un golpe de estado? En absoluto. Fue una mera bufonada que pone a los republicanos al borde del precipicio y asegura un mandato de ocho años a los demócratas.
Pero no lo olvidemos: lo que vino a demostrar esta carnavalada es la vigencia de un populismo deleznable que hemos vivido y seguimos padeciendo en España. Recuerdo, sin ir más lejos, el cerco al parlamento andaluz con ocasión de la toma de posesión del actual Presidente tras varias legislaturas de poder absoluto del PSOE, o el asedio al Congreso de los Diputados promovido por el actual Vicepresidente del Gobierno.
¿En qué se diferencia el acontecimiento americano que tanto nos escandaliza con la rebelión de los independentistas catalanes? En detrimento del suceso catalán, en que en Cataluña los asaltantes a la democracia no eran cuatro exaltados, sino los propios gobernantes con la colaboración pasiva de la policía autónoma. La disimilitud estriba que en EEUU los responsables serán encarcelados de por vida salvo que Trump los amnistíe en su última locura.
En España, la democracia no está en peligro por la actuación de cuatro militares jubilados, sino por el populismo de Podemos, Bildu y los secesionistas catalanes.
«El populismo es el germen de la tiranía».