Resulta frustrante acercarse a esta tradición y comprobar que ni los Reyes eran Reyes, ni tampoco magos. No eran Reyes; eran astrólogos capaces de leer las estrellas y predecir el futuro. Su leyenda nace en el siglo XII, en la pieza más antigua escrita en lengua castellana, el llamado «Auto de los Reyes Magos», en la que aparecen Melchor, Gaspar y Baltasar, si bien sus nombres son citados en un mosaico del siglo VI en Rávena, Italia.
Las primeras cartas en España se remontan al siglo XIX y se encontraron en el Archivo Histórico de la Nobleza. Son tres. Su contenido es de una gran elocuencia, elegantes en la redacción y de una gran generosidad: uno de los niños no pide para sí, sino para sus amigos Diego y Jaime.
Similar frustración se siente cuando se comprueba que el PSOE de Sánchez ni es socialista, ni es obrero, ni es español; partido, sí, pero en el sentido literal del término. Lo lamentable es que los que discrepan aceptan la situación con una cobardía vergonzante, más preocupados por mantener el confort consustancial a la política activa que por la defensa de los intereses de España.
Pero, ¿quién puede vivir sin ilusiones?
Algunas de las mías en el ámbito constitucional, económico y social las expreso en la forma tradicional en estas fechas:
-Que se respeten la Constitución, el estado de derecho y la monarquía parlamentaria.
-Que se nombre a un Fiscal General del Estado sin antecedentes de «información vaginal» ni políticos.
-Que a Baltasar Garzón no se le trate como a un héroe, sino como a un juez condenado por prevaricación.
-Que la Sexta deje de ser la «Secta».
-Que Ferreras reciba un baño de desintoxicación sectaria y pase a informar con objetividad y neutralidad.
-Que Iván Redondo enseñe a Sánchez a caminar con naturalidad.
-Que Pinocho demande a Sánchez por plagio.
-Que el PP se desprenda de todo aquello que recuerde la corrupción y comience a actuar sin complejos.
-Que Pablo Iglesias sea destituido y se vea obligado a cumplir las promesas con las que engañó a los electores, entre ellas vivir en Vallecas.
-Que Zapatero sea juzgado y condenado por colaborar en el blanqueamiento del genocida régimen venezolano.
-Que se apruebe una nueva ley electoral que erradique del panorama nacional a los partidos nacionalistas, separatistas y bilduetarras, auténticos cánceres del sistema democrático.
-Que se suprima el cupo vasco por ser un invento histórico y atentar contra el principio de solidaridad.
-Que el Gobierno responda por los 70.000 muertos de la pandemia.
-Que los jueces dejen de jugar a la política.
Me despido con la fórmula del siglo XIX: «Espero que sus Majestades disculpen mi atrevimiento, quedando vuestro seguro servidor que besa vuestros pies como humilde fámulo».
Que así sea.