Okupas

Que seamos el país con peor índice de contagios de Europa, que seamos el país en el que más ha caído la economía, que seamos el país con más paro de nuestro entorno, que seamos el país con peores previsiones de recuperación, sabemos que trae causa en la incompetencia de un Gobierno dedicado a la propaganda e incapaz de gestionar los asuntos públicos.

Los más optimistas podrán argüir que en esta debacle no todo es atribuible a la torpeza e ineptitud del Gobierno. Vale, aceptamos pulpo como animal de compañía. 

Pero para lo que no existe excusa alguna es para la indolencia, inoperancia, apatía y pasotismo con los que se está permitiendo el movimiento okupa. Ya no se trata de familias necesitadas, ya no se trata de indigentes; se trata de la peor calaña de la sociedad, se trata de marginales, de mafias que, ante la permisividad del Gobierno, atentan y toman por asalto el bien más preciado después de la salud: la propiedad, la vivienda.

Desde el punto de vista legal, la diferencia entre allanamiento de la vivienda ocupada, que permite la actuación de la Policía sin orden judicial dentro de las 48 horas, y usurpación de viviendas vacías, para cuyo desalojo es precisa la autorización judicial previo proceso que se dilata en el tiempo, ha sido una mala decisión del legislador. Un sistema que no defiende a ultranza, con celeridad y con todos los medios, el domicilio es un sistema roto, hueco, sin garantías. 

Pero veamos la posición de cada partido sobre este asunto para verificar dónde hay que situar el foco del problema. 

El PP aboga por echar a la calle a los okupas en un plazo de 12 a 24 horas, prohibiéndoles el empadronamiento e imponiéndoles penas de cárcel de uno a tres años.

Cs propugna la recuperación inmediata de la vivienda, legitimar a las comunidades de vecinos para iniciar el desalojo y endurecimiento de las penas.

Vox propone legitimar el uso de la fuerza proporcional, ampliando el concepto de legítima defensa y la expulsión de los okupas en horas.

El PSOE silencia el tema.

PODEMOS promete prohibir los desalojos sin alternativa habitacional.

Si este es el panorama político, no es difícil adivinar a quién votan los okupas. Por tanto, es fácil aventurar que este problema no tendrá solución mientras PODEMOS forme parte del Gobierno. 

Hemos llegado a tal grado de sarcasmo que preferimos a un ladrón que a un okupa.

Un Gobierno que se olvida de sus ciudadanos, que protege a los delincuentes, es un Gobierno que ha perdido la legitimidad de origen, por más que a su Presidente se le llene la boca con grandes proclamas.

Su discurso suena tan falso que en la mascarilla debería llevar escrito «Made in China».



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